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2011/04/11

"Todos nosotros éramos un secreto"

La carrera espacial de Viktor Gorbatko comenzó con un fracaso. En 1969, más de un año después de la muerte de Yuri Gagarin en un accidente aéreo, su objetivo y el de otros ocho cosmonautas soviéticos a bordo de tres naves Soyuz era anclarse en el espacio e intercambiarse un hombre entre vehículos. Regresaron sanos y salvos pero sin haber logrado su propósito, algo que la URSS ocultó y que Gorbatko reconoce ahora. "No lo conseguimos por la enorme velocidad con la que se movían las naves. No fue un fallo nuestro, pero nos sentíamos decepcionados", explica en conversación telefónica desde Moscú. Ocho años antes, Gorbatko (Ventsy, Rusia, 1934), que vendrá a España el 19 de junio para participar en el festival Starmus, fue uno de los seis pilotos militares reclutados junto a Yuri Gagarin para llevar a cabo el desembarco de la URSS en el espacio. Tras su primer vuelo, prohibieron a Gagarin regresar al espacio por miedo a perder a su héroe más famoso, algo que Gorbatko, con tres viajes espaciales a las espaldas, sigue viendo injusto. "Él siempre fue digno de ser el primero, el pionero, el que nos enseñó el camino".


¿Cómo fue el proceso de selección?


Al principio éramos 400, de los cuales fueron seleccionados 45. De esos, sólo siete llegamos hasta el final y fuimos seleccionados para volar al espacio. Uno de nosotros nunca voló, pero los seis restantes sí realizamos vuelos espaciales. Allí, en el hospital donde se hacía la revisión médica, conocí a Yuri Gagarin.
¿Podría describirle?
Me pareció una persona simple, con un encanto y una sonrisa muy especial, muy deseoso de trabajar y conseguir metas. Se notaban las características y los rasgos de personalidad necesarios para hacerse cosmonauta. El ingeniero principal, Sergei Korolev, entonces dijo que Gagarin podría llegar a ser un gran científico, pero yo creo que Gagarin podría ser también un excelente hombre de Estado. Es una pena que viviese tan poco. El mérito de Gagarin es inmenso, nos regaló el espacio a todos los habitantes de la Tierra, a los españoles entre ellos.

¿Habló usted con Gagarin el día del lanzamiento?
No, yo estaba en el punto de control principal. Nos vimos dos días después, cuando llegó a Moscú y hubo un recibimiento en la Plaza Roja, con una multitud impresionante saludándolo. Él nos vio entre la gente y nos agitó la mano discretamente, pues todos nosotros éramos un secreto y no debíamos aparecer junto a él. Después, durante el banquete en una de las salas del Kremlin, Gagarin se acercó a nosotros con Korolev y nos presentó a Nikita Kruschev. Más adelante, nos fuimos de vacaciones a Sochi y allí sí que pasamos mucho tiempo juntos. Recuerdo que nos dijo: "Chicos, es perfectamente posible vivir y trabajar en la ingravidez, el ser humano puede conseguirlo todo, incluso adaptarse a condiciones tan adversas como las del espacio".
¿Cree que el espacio cambió a Gagarin como persona?
Siempre me sorprendió la rapidez con la que dominó esa profesión del héroe. Supo adaptarse a su nueva condición de personaje legendario y lo llevaba admirablemente. Cuando nos preparábamos para el primer vuelo, yo también quería ser el primero, pero reconocía que él tenía muchas ventajas y acepté las cosas con serenidad.
¿Hay algo sobre sus tres misiones que nunca haya contado?
Hay una cosa que he comentado hace tiempo. Realicé mi segundo vuelo en la nave Soyuz 24 junto con el coronel Yuri Glazkov. Entonces nuestra base se llamaba Salyut 5 y era una base de servicio de inteligencia. Teníamos una cámara de fotos denominada Agat que ocupaba gran parte de la estación y tenía una capacidad de zoom enorme. Podíamos ver a las personas desde el espacio. Sacábamos muchas fotos de barcos, bases militares, aeropuertos. Nuestra tarea era reunir información sobre las capacidades y programas militares de otros países.
¿Cuál es el recuerdo más intenso que tiene de sus tres viajes al espacio?
Uno de los primeros son las partículas de polvo iluminadas por el sol poniente que parecían estrellas en el espacio. Eran tan grandes y brillantes que pensé que las estrellas estaban a mi lado. Entendía que es imposible, pero no podía contener mi admiración. Tuve la impresión de que podía salir fuera y tocar las estrellas con la mano. Después, cuando el sol desapareció, se esfumaron también esas estrellas.

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