La cueva tecnológica es un nuevo modelo de tienda de muebles. La cueva es un simulador con una doble pantalla gigantesca. El cliente dispone de una biblioteca de modelos de vivienda y otra de catálogos de muebles. Un grupo de técnicos de la Universidad Politécnica han pasado dos años trabajando con colegas del instituto tecnológico de la madera y el mueble de Valencia (Aidima) para diseñar una aplicación que permite al cliente potencial moverse por la casa y colocar los muebles a su antojo. El usuario, dotado con unas gafas estereoscópicas, desborda la experiencia virtual para vivir un ambiente presencial. Puede rotar los muebles, alejarlos, verlos desde abajo, desde arriba, cambiar el color. Si elige un ambiente urbano, escucha de fondo ruido de coches. Si entra en la cocina y toca la máquina de café, huele a café. Si se acerca mucho a la ventana, puede sufrir vértigo.
Pero lo más novedoso de la cueva es que las gafas recogen los gestos del usuario, una camiseta capta la sudoración y una pequeña petacas adherida al cinturón mide sus pulsaciones. Todos los sensores sensoriales son inalámbricos para no entorpecer los gestos del cliente.
La iniciativa de un grupo de fabricantes y distribuidores de muebles valencianos asociados a Aidima se ha desarrollado durante los últimos tres años con financiación de la Unión Europea. El objetivo de la cueva tecnológica es proponer a clientes potenciales amueblar el entorno presencial con los productos diseñados por los fabricantes. Se estima que una treintena de posibles clientes permitirían comprobar si las estrategias de diseño son acertadas, qué deben corregir, etcétera. Eventualmente se podrá instalar la cueva tecnológica en las tiendas. Los grandes almacenes de mueble son historia, el objetivo es convertir la compra en una experiencia placentera.
Jesús Navarro, responsable de desarrollo de producto de Aidima, insiste en la necesidad de orientar todo los procesos de producción, distribución, exhibición hacia la satisfacción del consumidor. Todo el desarrollo de la cueva tecnológica, que ha implicado a departamentos de tres universidades, se ha concebido para "conocer al consumidor", explica Navarro. "El producto va orientado hacia el cliente desde su concepción".
La segunda parte del desarrollo del Living Space Lab pasa por la interpretación de las emociones de los usuarios. Cristina Botella, la psicóloga responsable de Lapsitech, la otra vertiente del proyecto, asegura que no se trata de dirigir al comprador, sino de conocer sus preferencias, de conocer qué le atrae, qué le satisface.
La biblioteca incluye modelos de varios fabricantes valencianos que son los primeros interesados en conocer el acierto de sus estrategias de venta. Aidima analiza el perfil tipo de los clientes, los seleccionará y someterá al Living Space Lab, un auténtico laboratorio de prospectiva de mercado abierto, de momento, a los sectores relacionados con la vivienda, desde el mueble al textil pasando por la iluminación o el sector cerámico, todos ellos con gran implantación en territorio valenciano. Tanta que el propio rector de la Universidad Politécnica de Valencia, Juan Juliá, explicó que las cinco universidades valencianas aspiran a convertirse en campus de excelencia conjunto a través de varios proyectos entre los que destacó la iniciativa Habitat 5U, de la que Living Space Lab constituye el primer embrión.
El Pais
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