Hay una confabulación interplanetaria para que la gente vaya a la compra sin billetes, sin monedas, sin firma, sin códigos PIN, en fin, sin contraseñas. Es el NFC (Near Field Comunication) el pago sin contacto, que consiste en pasar una tarjeta o el móvil por la máquina expendedora, por la caja del supermercado o por el torno del metro.
Telefónica lo implanta en su ciudad madrileña, con más de 11.000 empleados, La Caixa extiende tarjetas NFC por Mallorca, Google instala el chip en sus móviles y también Nokia y Samsung, y Visa ya ha colocado 13 millones de las milagrosas tarjetas en Reino Unido, 30 millones en Europa.
A final de año habrá 40 modelos de móviles con el chip que permite los pagos sin marcar un número secreto y, por supuesto, sin firmar un papelito. Y se venderán 70 millones de móviles con NFC, muchos, pero en realidad menos del 7% de los que se venden en un año. Pero hay soluciones intermedias que permiten a los viejos móviles funcionar de la misma manera. Es el caso de iCarte, un pequeño adaptador que se incrusta en la conexión de los iPhone, o bien se pega a la carcasa del resto como si fuera una funda. Curiosamente, Apple, vanguardista en muchas cosas, respecto al NFC ha señalado que es una tecnología demasiado joven como para implantarla en sus móviles. Es la única nota discordante, quizás por aquello de su eslogan, Think different (Piensa diferente), de esta fiebre por el NFC.
De momento parece que serán los bancos los que proporcionen el accesorio a sus clientes para que no tengan que cambiar de móvil o renunciar al pago NFC.
Otros no han dudado en abrazar esta tecnología. Es el caso del almacén Amazon o de Google que, aparte de incorporarla a sus móviles, como el último Samsung Galaxy S II, ha solicitado su ingreso en el consorcio internacional.
La tecnología sin contacto no es futurista. Ya se aplica en los transportes públicos de muchas ciudades españolas, como Valencia, Madrid o Gijón; pero en bonos de transporte. Ahora se trata de pasar al teléfono y a la tarjeta de crédito. VISA, que celebró ayer en Barcelona, un congreso europeo de sistemas electrónicos de pago, ha distribuido, con los bancos, 13 millones de tarjetas en Reino Unido. Allí se paga con ellas en taxis (de momento en 83 de los 22.000) y pronto en el metro.
Una de las grandes ventajas del sistema es su rapidez: menos de 200 milisegundos, lo que reduce colas en el transporte público, en los tornos de los estadios (los abonados del Real Madrid la tienen), en los supermercados o en los sitios de comida rápida que, al final, por culpa del cobro, resultan comida lenta. Precisamente McDonald's lo incorporará antes de los Juegos Olímpicos de Londres.
En principio, todos hacen un buen trato: el consumidor hará menos colas, los emisores de tarjetas llegan a un sector al que no llegaba (los pequeños pagos de cafés o periódicos: 85.000 millones de euros en Europa, según sus datos oficiales) y el comercio reduce costes: la empresa de transportes deja de emitir bonobuses pues ya vale la visa, y el supermercado no tiene que cuadrar la caja al final del día.
De momento el sistema más adelantado y extendido es el de la tarjeta, ya que el móvil necesita el acuerdo de operadoras y fabricantes. Como dejaron claro en el congreso de ayer de Visa Europa, para que el NFC triunfe la campaña tiene que llegar y convencer a la vez al consumidor y al comerciante, a los bancos y a las telefónicas. Con el fracaso de la tarjeta monedero, ya se tuvo bastante.
Las tarjetas o el móvil NFC están pensados para pequeños pagos, lo que no quiere decir que no se puedan facturar grandes cantidades, solo que en ese caso, se pide el clásico código de autorización. Otra ventaja del sistema es su universalidad: lo mismo vale en el metro de Madrid que en el de Londres, incluso puede aplicar los descuentos por multiuso, o elegir la propina adecuada para el taxista. También, antes de dar el OK al pago, se pueden añadir el lugar y el motivo del gasto, con lo cual quedará registrado.
"El NFC no solo es para pagos", dice Henri Ardevol, vicepresidente de NXP, fabricante de los chips NFC. "Es un elemento de comunicación rápido y fácil, por ejemplo, para el intercambio de tarjetas o de datos entre dos móviles, de forma más natural que con el Bluetooth".
NXP ha vendido ya 6.000 millones de chips, tanto para estos pagos como para pasaportes, palés de hipermercados o identificación de ganado.
"Más allá del pago, el NFC es muy interesante para interactuar con las aplicaciones", dice Ardevol. "Acercas el móvil a un póster y te dará información de ese anuncio o espectáculo o la historia del monumento. Y lo mejor, trabaja apagado".
El Pais
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