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2010/12/29

Delfines blindados en España y masacrados en Marruecos

El mar de Alborán, el vestíbulo del Mediterráneo, muestra el naufragio de algunas políticas de conservación en España. Por el Estrecho de Gibraltar entran grupos de hasta 500 delfines comunes, extinguidos en el resto del Mediterráneo. En el norte de Alborán estas manadas de cetáceos están blindadas por la legislación, pero cuando surcan el mar apenas unos kilómetros hacia el sur, caen de manera masiva en las redes de deriva de los barcos marroquíes. Y solo quedan unos 10.000 en todo el Mediterráneo, prácticamente todos en Alborán.
Estas artes de pesca, prohibidas en la UE desde 2002, son como telas de araña de hasta 35 kilómetros que barren la superficie del océano y arrasan con todos los animales que se encuentran a su paso, aunque los pescadores sólo se queden con atunes y peces espada. En Marruecos, todavía faenan un centenar de barcos con estas redes, según el biólogo Ricardo Sagarminaga, presidente de la asociación de conservación marina Alnitak.
Sagarminaga y su equipo acaban de concluir el proyecto Alborán, un caso práctico para la aplicación de la Estrategia Marina Europea. Su informe final, contundente, denuncia "la inutilidad en la mayoría de los casos de resolver problemas en un lado de una cuenca marina cuando en el otro lado no se hace lo mismo". No sólo ocurre con los delfines comunes. Hasta hace pocos años, entre 20.000 y 30.000 tortugas marinas, muchas de ellas amenazadas, morían a manos de la flota palangrera española, que utiliza cordeles kilométricos de los que cuelgan centenares de anzuelos para capturar atunes y peces espada. Ahora, la mortalidad de las tortugas se ha reducido un 90% gracias a la concienciación de los pescadores, que han pasado a emplear anzuelos circulares, menos nocivos, y evitan las zonas de los reptiles. Esto ocurre en el litoral español, en las costas de Cádiz, Málaga, Granada y Almería. Unos pocos kilómetros hacia el sur, las tortugas caen en las redes de los pescadores de Marruecos.

Sin cifras

"Se calcula que en las redes ilegales marroquíes mueren decenas de miles de delfines y unas 10.000 tortugas cada año, pero no hay estimaciones fiables", alerta Sagarminaga. Su grupo ha recorrido este mar entre 2008 y 2010 para estudiar el estado de cetáceos, aves y tortugas en ambas costas, la europea, ya muy trillada, y la africana, desconocida para la ciencia. El proyecto ha costado 200.000 euros, la mitad financiados por la Fundación Biodiversidad.
El gran objetivo de la expedición, subraya Sagarminaga, era "romper el desequilibrio norte-sur" e implicar a Marruecos y Argelia en la conservación, como exige la directiva europea sobre la Estrategia Marina, aprobada en 2008. Para ello, han trabajado, de manera pionera, con una veintena de técnicos del Instituto Nacional de Investigación Haliéutica marroquí y de la Universidad de Orán. "Hay un plan en Marruecos para cambiar las redes de deriva por palangre. Trabajamos para que no repitan nuestros errores y para que Argelia no herede las redes de deriva marroquíes", afirma Sagarminaga. 

Publico

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