Google encontrará antes de buscar. Parece un acertijo pero es el nuevo objetivo de los ingenieros del principal buscador, y también de sus competidores. Con los datos que tienen en sus servidores, más lo que saben de cada uno de sus usuarios, en poco tiempo podrán ofrecer información relevante al internauta antes incluso de que abra el navegador. El precio a pagar es alto: renunciar a la privacidad.
El ingeniero jefe de búsquedas de Google, Amit Singhal, estuvo ayer en Madrid para dar una charla sobre el pasado, presente y futuro de las tecnologías de búsqueda. Sólo dedicó 15 minutos, más las preguntas, al porvenir, pero el panorama que dibujó será muy diferente al actual. Hoy Google ofrece información pasada o, como mucho, la recién publicada en internet, gracias al nuevo sistema de búsqueda en tiempo real que presentó en abril. Pero en dos años podrá anticiparse a las necesidades del usuario.
Singhal puso varios ejemplos. En uno, el usuario comparte su agenda de actividades con el buscador. De esta manera, conoce cuándo tiene un rato libre para, por ejemplo, comprar algo que tenía apuntado. Gracias al móvil, Google puede localizarlo y ofrecerle tiendas a su alrededor. El trabajo más duro, el de mostrar las ofertas en su web, lo hace el dueño de la tienda. En otro ejemplo, ante una reunión en un punto concreto de la ciudad, Google News sabrá que, minutos antes de la cita, se ha producido un gran accidente en la zona. El buscador podrá avisar al usuario mostrando el suceso sobre el mapa, dándole alternativas para llegar.
La tecnología ya existe
"La tecnología necesaria para conseguirlo ya está disponible", aseguró Singhal. Pero cree que el servicio se pondrá en marcha dentro de entre dos y cinco años. El retraso no es esencialmente tecnológico. "Antes necesitamos investigar más para que el servicio respete la privacidad", explicó. La clave del éxito de esta anticipación a los deseos es que el buscador sepa lo más posible del usuario: donde está en ese momento, su historial de búsquedas anteriores en internet o su agenda personal.Singhal recordó que un servicio así sólo puede funcionar con el consentimiento expreso del internauta. Pero también reconoció que sin ese ok su eficacia sería muy reducida. "En la historia de la tecnología, con cada cosa nueva surgían problemas", comenta. Y puso el ejemplo de la aparición de la imprenta, cuando la iglesia lanzó advertencias de que podrían surgir biblias con contenido corrompido. "Todas las tecnologías pueden usarse de forma perversa; los buscadores, como la medicina, han mejorado la vida, pero podrían ser usados para el mal", añadió.
El ingeniero de Google parece emplazar al usuario a elegir. "La clave está en que la privacidad sea una prioridad pero, al mismo tiempo, no hay que dejar que frene la innovación tecnológica que mejora nuestras vidas".
Adivinar la intención
Para el responsable del centro de investigación que Yahoo tiene en Barcelona, Ricardo Baeza-Yates, el objetivo es que el usuario deje de trabajar. "Que la búsqueda sea implícita, que te la dé antes de ir a buscarla", explica. Para ello hay que imaginar los deseos del internauta. Pero no se trata de jugar a ser adivinos. "Anticiparse significa saber qué hacías antes para ver qué vas a hacer después", aclara. Si alguien busca en Yahoo un vuelo, lo más probable es que a continuación necesite un hotel, ejemplifica.La base de este razonamiento está en la biología: somos seres de costumbres. "Muchas de las cosas que hacemos son previsibles", señala Baeza-Yates. Además, las personas no son muy diferentes unas de otras. Lo que uno busca ya lo han buscado otros muchos antes. "Si consigues deducir cómo buscan los grupos, el problema de la privacidad deja de serlo", asegura el ingeniero de Yahoo.
En una reciente charla en la Universidad de Sao Paulo, el presidente de Microsoft, Steve Ballmer, puso un ejemplo de cómo pueden aprovecharse los buscadores de este hecho biológico. Cuando la compañía lanzó Bing incorporó un corrector ortográfico similar al que lleva su Microsoft Word. Pero a diferencia del procesador de textos, este corrector se apoya en su conexión a internet, lo que permite analizar los fallos de muchos. "Y ahora tenemos literalmente millones y millones de personas equivocándose con las mismas palabras, lo sabemos en tiempo real, y el corrector es mejor. La nube [en referencia a la informática en la red] aprende y te ayuda a aprender", dijo. Con este ejemplo, Ballmer dibujó el porvenir de las búsquedas: "En el futuro, internet sabrá qué estás haciendo cada vez más, con tu permiso, entenderá lo que estás haciendo, y sabrá mejor cómo servirte, o verá lo que todo el mundo está haciendo y usará este conocimiento para servirte mejor", declaró.
Inteligencia colectiva
Los primeros ejemplos de esta inteligencia colectiva almacenada en los servidores de los buscadores ya pueden verse. Google Suggest , por ejemplo, sólo necesita que se ponga la palabra España en la casilla para mostrar sugerencias que intentan adivinar lo que se está buscando. Antes de acabar la frase, la web ofrece acabarla con "Mundial 2010" o con alguno de los contrincantes con los que se ha topado el equipo español de fútbol en Suráfrica.En este caso, Google se ha apoyado en las recientes búsquedas que han hecho millones de personas en los días pasados para anticiparse. Además cuenta con otras herramientas. Así, aprovecha el historial de navegación, por ejemplo, para conocer qué páginas se han visitado previamente. La dirección IP (que identifica al ordenador en internet) les ayuda a ubicar al internauta para que la información le resulte cercana.
El último elemento clave es la información creada por los propios usuarios en redes sociales y blogs. Google, como Yahoo y Bing, ya no buscan sólo en viejos archivos; ahora rastrean la información en tiempo real. Mediante acuerdos con sitios como Facebook, Twitter o las principales redes de blogs, los buscadores pueden saber qué se está cociendo en internet al instante. En Google, por ejemplo, aparecen las actualizaciones de Twitter a los dos segundos de producirse. El problema que genera esta inmediatez es que es difícil saber qué mensaje en Twitter o qué post en un blog es más relevante.
Pero para que se cumplan los vaticinios de Singhal, Baeza-Yates y Ballmer, las webs han de entender también lo que se busca. "Adivinar lo que el usuario quiere con sólo dos palabras es complicado", recuerda Baeza-Yates. El problema es que ambas partes, personas y máquinas, "han aceptado este tipo de comunicación minimalista", añade. Para él, lo importante es darle significado a las búsquedas que hoy son sintácticas.
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