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2010/07/19

El día en que Dios juzgó a Darwin

Fuente: Publico.

"Eso de la teoría de la evolución no tiene ningún sentido". El muchacho, que tendrá unos 16 o 17 años, habla con una enorme seguridad: "¿Cómo puede ser que una persona afroamericana y una blanca salgan del mismo sitio? Nuestra piel es completamente diferente", remacha. La declaración forma parte de un reportaje que la BBC realizó, en 1996, en una clase de ciencias de un instituto, en la localidad estadounidense de Dayton. El pueblo no estaba elegido al azar. Es allí donde, hace ahora 85 años, un profesor de Biología, John Scopes, fue llevado a juicio por enseñar la teoría de la evolución a sus alumnos. En el mismo documental, otro chaval incide en que las teorías darwinistas son absurdas. "Él [Dios] nos puso aquí, y luego colocó a todos los animales y las plantas para ayudarnos a sobrevivir". En esta pequeña ciudad del sur de Estados Unidos, las cosas no han cambiado mucho desde 1925. Y, a juzgar por las encuestas, tampoco en EEUU: según revelaba la semana pasada USA Today, dos tercios de los ciudadanos creen que la teoría de la creación "es definitiva o probablemente correcta".
El juicio al profesor John Scopes es uno de los grandes acontecimientos de la historia judicial americana y, en su momento, también fue un gran espectáculo. Miles de curiosos, 200 periodistas y hasta monos disfrazados con trajes de chaqueta, todos convirtieron este juicio, que fue el primero de la historia de EEUU que se retransmitió en directo por la radio, en un gran carnaval. "El juicio a John Scopes marcó la entrada de la religión en la esfera pública estadounidense", explica Ed Larson, profesor de Derecho en la Universidad de Pepperdine y premio Pulitzer de Historia en 1998 por el libro más reconocido sobre este juicio, Summer for the Gods. "Después añade, sirvió como un aviso para la América laica de lo que la derecha religiosa podría llegar a hacer para conseguir poder: bloquear la enseñanza de una teoría científica básica".
La negación de la teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin en El origen de las especies se hizo especialmente patente "en la América próspera de la posguerra, donde se produjo un ascenso del protestantismo fundamentalista", explica Larson.
La 'divina creación'
El estado de Tennesee fue el primero en convertir ese fundamentalismo en ley. En marzo de 1925, una norma prohibía "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la divina creación como narra la Biblia y enseñar en su lugar que el hombre desciende de un orden inferior de animales". Tras la aprobación de esta ley, la ACLU (la Unión Americana de Libertades Civiles, en sus siglas en inglés) reaccionó ofreciéndose a pagar las costas del juicio a cualquier profesor de Tennessee que estuviera dispuesto a desafiar la ley.
Un grupo de empresarios de Dayton vio en la oferta de la ACLU una oportunidad para situar a su localidad en el mapa. Los comerciantes pidieron al profesor John Scopes que enseñara a sus alumnos la teoría de la evolución y les convenciera, después, de que testificaran en su contra. Comenzaba así el gran espectáculo de lo que los periódicos terminaron llamando "el juicio del mono", que comenzó el 10 de julio. "Había sacerdotes en cada esquina y carteles religiosos por toda la ciudad", recordaba Eloi-se Reed, que entonces tenía 14 años, en un documental que emitió la cadena pública PBS en 2005.
John Scopes fue, en realidad, poco más que un arma publicitaria en las manos de las dos grandes protagonistas de esta historia: la ACLU y la Asociación de Fundamentos Cristianos. Ambas partes buscaron representantes dignos del juicio del siglo. La defensa contaba con la ayuda de Clarence Darrow, el abogado izquierdista más prestigioso de EEUU, que había defendido con éxito a huelguistas, líderes sindicales y anarquistas. También era ateo, demócrata y partidario de la candidatura a la presidencia del país de un tal William Jennings Bryan, al que, precisamente, tendría que enfrentarse en Dayton.
La figura de Bryan es apasionante. Algunos analistas le retratan como un intolerante fundamentalista, pero otros, como el propio Larson, descartan la simpleza de este argumento recordando su pasado político en el partido demócrata, donde defendió el voto para la mujer y los derechos laborales de granjeros y obreros. En 1921, emprendió una nueva lucha: prohibir la enseñanza del dar-winismo en las escuelas. Para Bryan, las teorías del naturalista inglés olían a eugenesia. "La evolución es una ley sin piedad donde el fuerte mata al débil", decía. El creía que la Biblia contraponía esta "ley del odio" con una "ley del amor".
El primer día del juicio, la expectación era tal que 300 personas tuvieron que quedarse fuera de la sala. Las cosas nunca pintaron bien para Scopes. El juez John T. Rauls citaba frecuentemente la Biblia y 10 de los 12 miembros del jurado, todos hombres de mediana edad, acudían frecuentemente a la iglesia.
Los discursos de los dos grandes oradores fueron memorables. "Si la evolución gana, el cristianismo desaparece", dijo Bryan. "No es Scopes el que está siendo juzgado, sino la civilización", replicó Darrow, que clamó contra "la intolerancia y el odio religioso".
"Trato de proteger la palabra de Dios del mayor ateo o agnóstico de EEUU", replicó Bryan, que también se burló de una teoría que era capaz de asegurar, incluso, que el hombre descendía "no de monos americanos, sino de monos del Viejo Mundo".
El momento cumbre del juicio llegó al séptimo día. Darrow llamó al estrado a Bryan para intentar demostrar la debilidad de la interpretación literal de la Biblia. El interrogatorio fue descrito por The New York Times como "la más asombrosa escena en la historia jurídica anglosajona". Darrow interrogó a Bryan sobre la ballena que engulló a Jonás, el diluvio universal, la tentación de Adán y, al fin, la creación según el Génesis. Bryan concedió, finalmente, que la Biblia no siempre debía tomarse al pie de la letra y, a la pregunta de Darrow de si pensaba que la Tierra fue creada en seis días, Bryan no tuvo más remedio que responder: "Yo creo que fue en periodos".
Cien dólares de multa
"Bryan era la voz del movimiento antievolucionista", explica Larson. "Su traspié en el estrado fue un golpe de relaciones públicas para los evolucionistas", añade. Pero de poco sirvió ese golpe. Después de ocho días de juicio y nueve minutos de deliberación, Scopes fue declarado culpable. Se le impuso una multa de 100 dólares, que fue finalmente revocada por un error técnico del juez.
Scopes se libró, pero el juicio del mono que también inspiró la película Inherit the wind, de Stanley Kramer lo ganó el creacionismo. En sólo dos años, 13 estados de todo el país habían aprobado alguna ley antievolucionista. "Y la palabra evolución desapareció de los libros de ciencias durante casi 40 años", explica Tom Davis, director de Información Pública en la Universidad Bryan. Este centro fue inaugurado en Dayton en 1930 para honrar la figura de William Jennings Bryan. Su lema es "Cristo sobre todo".
"Bryan no se oponía a la enseñanza de las teorías darwinistas, sólo a que se enseñaran como un hecho", asegura Davis. Así es como se enseña, a día de hoy, la ciencia en Bryan. Davis explica que sus alumnos terminan los estudios "comprendiendo la teoría de la evolución, así como la de la creación".
La enseñanza del darwinismo sigue siendo un tema a debate en EEUU. Un reciente artículo de USA Today revela que 1,5 millones de alumnos en el país estudia ciencias con libros que no mencionan la evolución. Una película británica sobre Darwin no ha encontrado distribuidor en EEUU, después de que fuera criticada ferozmente por webs cristianas. Y un estudio realizado en mayo por la Universidad de Virginia asegura que el 67% de los estadounidenses es creacionista o cree que Dios dirigió la evolución.
Los expertos no parecen sorprendidos por los datos. "Creo que la mayor parte de la gente piensa que hay más en la vida de lo que podemos ver, sentir o medir", asegura Davis. "No me sorprende que rechacen un pronunciamiento dogmático científico que asegura que sólo lo natural es real".
Larson cree que la situación "es muy parecida a la de 1920. La religión es, para mucha gente, simplemente más importante, significativa y creíble que la ciencia".

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