El Reino Unido se sumó a la ola de austeridad que sacude a Europa al anunciar este martes el mayor ajuste fiscal de la posguerra.
El ninistro de Finanzas George Osborne presentó ante el Parlamento un presupuesto que incluye fuertes recortes del gasto público y aumentos impositivos.Osborne dijo que la situación fiscal es tan grave que el Reino Unido seguiría los pasos de Grecia si no adoptaba medidas drásticas.
"El país está viviendo más allá de sus medios. No hay otro camino. El gobierno reducirá su gasto en 17.000 millones de libras (unos US$25.000 millones) para 2014-2015", afirmó el ministro de Finanzas.
Entre las medidas anunciadas figura el congelamiento de salarios públicos, una reducción del 25% en el gasto de la mayoría de los ministerios y un incremento del impuesto al consumo del 17,5% al 20%
El Reino Unido no está solo en esta elección del camino de la austeridad para salir de la crisis.
Grecia, España, Portugal, Italia, Francia y Alemania han anunciado fuertes ajustes y el nuevo gobierno de Japón ha dicho que seguirá esa ruta.
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El dilema fiscal
Nadie pone en duda la gravedad del problema.Segun la Oficina de Reponsabilidad Fiscal, una entidad autónoma creada por el nuevo gobierno conservador-liberal del Reino Unido, el déficit fiscal será de unos US$230.000 millones el año proximo o 10,5% del Producto Interno Bruto (PIB).
Otras proyecciones indican que, si no se reduce el déficit, la deuda total será de unos dos millones de millones de dólares en 2015 -unas cinco veces el PIB de un país como Argentina- y sólo los intereses que se pagarán a los acreedores serán más del doble de lo que se paga ahora: unos $100.000 millones anuales.
La cuestión es si el mejor remedio para esta enfermedad es un megaajuste en momentos en que la economía empieza a mostrar débiles señales de recuperación.
En el Parlamento la oposición laborista cuestionó precisamente este punto.
"Este presupuesto conservador va a frenar la recuperación económica y cortar servicios públicos indispensables", dijo la líder interina del Partido Laborista, Harriet Harman.
El ajuste sustraerá miles de millones de libras a la economía, afectando el consumo justo en momentos en los que se necesita estimular por todos los medios la actividad.
El gran debate
Muchas veces se olvida que la situación fiscal de un país no depende únicamente del gasto: depende en igual medida de la recaudación fiscal.Si hay menos consumo, disminuye la recaudación y, por lo tanto, se agrava el déficit.
Este olvido no es casual.
Cuando no se habla de la recaudación fiscal y se pone el acento en el gasto y el "despilfarro" estatal, se está diciendo que la crisis actual se debe al estado y no al mercado, una manera sutil de reescribir una debacle que estalló con la caída del Lehman Brothers y el derrumbe de la ruleta financiera.
En este sentido, el ajuste británico forma parte de un gran debate de fondo.
En la Unión Europea (UE), la canciller de Alemania, Angela Merkel, se puso a la cabeza de los que exigen un ajuste fiscal anunciando a principios de junio recortes por unos 80.000 millones de euros.
Junto al primer ministro británico, el conservador David Cameron, Merkel ha formado una nueva alianza que impulsa la austeridad como el mejor camino para calmar a los mercados financieros y salir de la crisis.
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Estados Unidos es hoy el único país desarrollado que se opone a este tipo de ajuste fiscal, diciendo que va a afectar la frágil recuperación económica mundial.
El gobierno de Barack Obama tiene razones históricas para preocuparse.
La historia
En la gran debacle de los años 30, Franklin Delano Roosvelt lanzó un programa "keynesiano" de recuperación económica basado en la inversión del Estado.En 1937, el gobierno -preocupado por el déficit fiscal- decidió restringir el gasto y cayó en una nueva crisis económica de la que sólo se salió con el paradójico impulso que le dio la Segunda Guerra Mundial de la mano de la inversión estatal.
Pero en la actual crisis, Estados Unidos aparece aislado.
Hasta China -máximo acreedor del país- ha advertido esta semana que está muy preocupada por el rojo fiscal de las naciones desarrolladas.
Según Lord Robert Skidelsky, autor de "Keynes: el regreso del maestro", ha llegado la hora de la verdad para la crisis que estalló en septiembre de 2008.
"Estamos a punto de embarcarnos en un extraordinario experimento para averiguar cuál de estas dos explicaciones es verdad. Si la reducción del déficit es el camino para la recuperación económica, deberíamos enterrar a Keynes. Si por el contrario no lo es, tendremos que adoptar serias medidas para que los mercados financieros no nos sigan gobernando", escribió Skidelsky esta semana en el Financial Times.
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