Mucho se está hablando en los medios de comunicación sobre Jabulani, el balón oficial del mundial de fútbol de Sudáfrica. Jugadores y periodistas se quejan del deficiente funcionamiento de la pelota, especialmente cuando va por el aire.
Especialmente los porteros, como el brasileño Julio César, han cuestionado el diseño exclusivo del esférico para esta Copa del Mundo, al considerarlo algo parecido a una “pelota de playa”, como las que se venden en supermercados. El técnico holandés Bert van Marwijk ha declarado que “la pelota está haciendo cosas raras, especialmente cuando va en el aire” y “de los tiros a puerta, el 90 por ciento viran bruscamente sobre la portería”.
Al margen de la veracidad o no de todas estas teorías, muy pocos son los que conocen la historia real que esconde el balón, que se fabrica en Pakistán bajo unas condiciones laborales infrahumanas . Nadie habla del abuso al que son sometidos los auténticos creadores del balón en este país donde, incluso los niños, trabajan por un mísero sueldo. Para hacernos una idea, más de la mitad de los cosedores de balones de fútbol lo hacen de forma extraoficial y perciben un salario inferior al mínimo establecido, ya de por sí bajísimo, 0.30 dólares, apenas 24 céntimos de euro, es lo que cobra un empleado en Pakistán por coser uno de estos balones. La contratación se realiza de forma temporal para reducir costes laborales y la jornada llega a alcanzar las 21 horas diarias. En algunas fábricas no hay baños ni agua potable.
Son los datos que arroja el informe "Missed the Goal for Workers: the Reality of Soccer Ball Stitchers" publicado el pasado 7 de junio por el Foro Internacional de los Derechos Laborales y que denuncia ante la FIFA, la violación de derechos que están sufriendo los encargados de coser y dar forma al balón que está rodando en los campos de fútbol de Sudáfrica. Desde el mundo hispano, para tratar de poner fin a este este problema de la industria, se ha lanzado la campaña Ropa Limpia, que recoge firmas a través de la web. Después de esta triste historia, seguro que no le echaremos tanto la culpa al balón del mundial.
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