El euro cayó a su nivel más bajo en los últimos cuatro años en comparación al dólar, llegando a valorarse este lunes en US$1.2237
Es la nueva fiebre del oro. El descenso a tumba abierta de los mercados durante las pasadas semanas ha puesto de relieve que los especuladores hacen y deshacen en los parqués de renta variable a su antojo. Los números rojos en los títulos encontraron su réplica en el descenso de la divisa comunitaria.
El euro cayó el viernes hasta los 1,240, un nuevo mínimo en cuatro años. El recorrido del oro, sin embargo, es muy distinto. «Mientras persista el miedo al contagio, el oro se seguirá mostrando firme. Sin embargo, la demanda del metal no se ha disparado. Los precios suben de manera especulativa. Ahora empieza la etapa en la que la gente va a comenzar a invertir en oro», destaca Marion Mueller, vicepresidenta de la Asociación Española de Metales Preciosos.
Al tratarse de un movimiento contracíclico, sólo la reanimación estructural y continuada de la economía podrá contener el alza del precio del oro.
Sin incertidumbres
No hay riesgo de contrapartida. A diferencia de lo que sucede en las emisiones de bonos, nadie compra la deuda de nadie. La adquisición del metal precioso apenas suscita incertidumbre, pero los expertos alertan de que la adquisición de reservas por los países emergentes, especialmente China e India, que acarrean un potencial de demanda de dimensiones casi inasumibles, podría hacer que el mercado se tambalease. Lejos de los instrumentos derivados y los productos sintéticos, las potencias emergentes buscan protección en los valores más estables. Fruto del temor a que el efecto de Grecia se expandiera en los países de la periferia de la zona euro, el precio de la onza de oro de Londres volvió a alcanzar los máximos históricos esta semana, cerrando el viernes en 1.238,75 dólares.
De este modo, el oro retoma la pendiente positiva por la que ha discurrido desde el inicio de la crisis, que le llevó a cosechar su mayor subida porcentual el pasado febrero.
Sin embargo, su fiabilidad no le exime de riesgos. «El mercado del oro es tan sumamente pequeño que cuando empiecen seriamente a comprar, cuando un ciudadano chino tenga la cuota de gramos que tiene un ciudadano de Arabia Saudí o cuando comiencen a entrar más intensamente los fondos de inversión, será tremenda la repercusión del precio del metal».
Primeras alarmas
Ya se han encendido las primeras alarmas. Algunos expertos consideran que, de continuar esta tendencia, el precio del oro podría alcanzar a corto plazo los 2.400 dólares. Frente a la tímida evolución de los fondos de inversión y los bonos del estado, 1.000 euros invertidos hace diez años en oro podrían venderse hoy por 4.000, según Oro Direct. Y, a juicio de la consultora GFMS, el precio actual del metal dorado resulta a largo plazo insostenible.
El alza actual del precio del oro se remonta a 2003 y tocó techo en 2009, cuando el incremento del precio de la onza rozó el 25%. Asimismo, el repunte interanual fue el más acentuado desde 2007, año marcado por el estallido de la crisis financiera internacional, cuando la cotización del metal precioso se revalorizó en un 30,98%.
El riesgo de la «burbuja» parece aún lejos, pero los analistas insisten: la voracidad de los países emergentes en la compra de oro ya ha dispuesto los cimientos. «Estamos lejísimos de una «burbuja». En los años 70 el oro aumentó 24 veces, desde 35 hasta los 850 dólares. Si subiera como en el ciclo pasado nos darían cifras de 6.000 dólares la onza. No sé si nos dirigimos hacia ahí, pero si la situación internacional no se arregla, la historia será distinta», concluye Mueller.
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