La plantación de la foto, en Paraná, no tiene muy buen aspecto en esta época, en parte porque el clima ha sido bastante duro este año. La mayor parte del maíz ya se ha cosechado y sólo quedan ya pequeños tallos.
Empieza la jornada y una moderna cosechadora avanza despacio por la plantación. Pero pocos minutos después tiene que parar porque los tallos, rotos por las fuertes lluvias y el viento, parecen mermelada bajo las cuchillas.Sin embargo las apariencias engañan… Esta es la plantación más productiva del sureño estado de Paraná, el corazón de la región agrícola de Brasil.
"En esta región todo es agricultura, y agricultura moderna", dice orgulloso el granjero Luciano Agottani, que asegura que "en términos de calidad del grano y de nivel de productividad no estamos lejos de ser la mejor (región) del mundo".
Brasil es el mayor productor mundial de café, naranjas y caña de azúcar; además del segundo productor de soja y el tercero de maíz. Y crece más rápido que sus competidores.
"Tenemos la cuarta agricultura más importante del mundo, después de China, Estados Unidos y Europa", explica Guilherme Dias, profesor de economía rural de la Universidad de Sao Paulo.
"Pero su producción está estancada, mientras que la de Brasil crece rápidamente, por eso creo que estaremos por delante de EE.UU. y Europa en unos 20 veinte años", agrega.
Invertir en investigación
Los agricultores brasileños juegan con algunas ventajas: amplios territorios, un clima favorable y mano de obra barata.Pero ha sido la inversión en tecnología lo que ha llevado al país a estar entre los mayores productores del globo.
La investigación agrícola no es nueva en Brasil. Se remonta a principios de los años 70 cuando el gobierno puso en marcha Embrapa, un instituto de investigación que ahora exporta su experiencia en agricultura tropical a países de Asia y África.
"La investigación en agricultura tropical en Brasil es realmente impresionante. La productividad ha aumentando mucho a la vez que se ha diversificado la producción", apunta Dias.
"Eso que hace que la gente tenga la impresión de que Brasil estás listo para alimentar al mundo", añade.
La agricultura brasileña prácticamente cubre todas las necesidades de su población (excepto en trigo) y exporta el 25% de lo que produce.
Esas cifras de exportación pueden aumentar porque las cosechas han crecido a mayor ritmo que el mercado doméstico, por lo que la única salida para los productores está fuera de sus fronteras.
Valor añadido
Los próximos en seguir los pasos de los agricultores podrían ser los productores de leche. Están cerca de alcanzar el techo del mercado interno y empiezan a buscar oportunidades fuera.Sin embargo, se encuentran con una barrera para su expansión: los subsidios que hay en Europa y EE.UU..
"A veces es más barato importar la leche que comprarla aquí en Brasil", explica Manfred Rosenfeld, un ingeniero que hace diez años abandonó su trabajo en la industria del automóvil para dedicarse al negocio lácteo.
Para conseguir beneficios, Rosenfeld tiene una estrategia: aprovechar el mercado de los alimentos procesados.
"Hacemos yogur, dulce de leche o queso", explica el ganadero, que añade que "los márgenes de ganancia con la exportación son muy estrechos, pero hay posibilidades de obtener beneficios en los productos diarios".
Pero son muchos los que han optado por esa vía. La cooperativa rural Castrolanda, creada por inmigrantes holandeses en Paraná tiene una planta que les permite vender las patatas ya fritas.
"Cuatro kilos de patatas fritas valen lo mismo que un bolsa de 50 kilos de patatas. Creo que añadir valor a nuestra producción es el camino adecuado", apunta Marco Bomm, responsable de proyectos de Castrolanda, que asegura que han crecido un 400% en la última década.
Falta de formación
Sin embargo, Brasil tiene que superar aún muchos obstáculos para llegar a desarrollar todo su potencial.Una de las claves es la educación. La mano de obra barata ha jugado un papel importante en el desarrollo de la agricultura, pero, de otro lado, la falta de trabajadores cualificados está impidiendo un mayor crecimiento.
"La maquinaria que nosotros vendemos tiene mucha tecnología, a veces es difícil encontrar operadores con la formación adecuada para manejarla", indica el distribuidor de maquinaria agrícola en la ciudad de Ponta Grossa Walter van Halst.
A pesar de esas limitaciones, cada vez más plantaciones se mecanizan. Según los datos de la industria, la venta de tecnología agrícola en Brasil aumentó un 52% en los primeros cuatro meses del año, respecto al mismo periodo del año anterior.
"El gobierno tiene algunos programas para impulsar la venta de tractores a pequeños agricultores que parece que funcionan bien", explica Van Halst.
Cultura de la deforestación
Hoy, el mercado más importante de maquinaria está en la zona centro y norte de Brasil."Muchos de los agricultores llegaron allí desde Paraná y otros estados del sur e implantaron la misma cultura de la deforestación que guió su acción en el sur", asegura el ecologista Jose Alvaro Carneiro.
En Paraná existía una densa jungla con vegetación tropical y de clima templado. Sin embargo, entre el 90% y el 95% de fue arrasada para construir ciudades o plantaciones.
En opinión de Carneiro "necesitamos aumentar la productividad y recuperar la tierra degradada en lugar de cortar más árboles para tener más tierras de cultivo".
"Tenemos que aprender de lo que pasó aquí para proteger lo que queda en Paraná y preservar otras zonas del país, especialmente la Amazonía", añade.
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