"Si las cosas se ponen realmente feas, siempre os queda la opción de vender vuestro barco". "¿Ah, sí? ¿Y quién nos lo comprará?". Jason Kenney ha metido la pata. En pocos minutos, se había ganado la confianza de los pescadores hablándoles de demandas e indemnizaciones, de la ley que después del accidente del Exxon Valdez amplía la cobertura de las víctimas de una marea negra. Pero se le olvidó que para esta gente de piel curtida la pesca no es un trabajo, es una vida.
Las autoridades locales lo saben y han organizado reuniones para empezar a pensar en el futuro. Ayer, en la biblioteca municipal del condado de Tammany, un centenar de pescadores y patrones de barco acudieron a escuchar a su presidente, Kevin Davis, y a un par de expertos.
Kenney, el único en traje y corbata, está para el asesoramiento legal. Aconseja que los afectados se agrupen en organizaciones para hablar con BP. Pero cuando sugiere a los asistentes que se dediquen a otra cosa si se quedan en paro durante más de un año, la sala, que se había quedado en silencio escuchando las consignas, protesta con una sola voz.
Minutos antes, Davis había conseguido calmar las primeras angustias. "La mancha no para de moverse, hablé con la gente de BP y me dijeron que no veían urgencia inmediata para nuestra zona", dice. Anima a los pescadores a que tomen nota de lo que les cuesta cada día quedarse amarrados.
Unos informes, subraya Kenney, que luego podrán servir para pedir indemnizaciones. "Si ganáis 100.000 dólares al año, pero el barco os cuesta 80.000, los 20.000 que debíais ganar son los que os pueden reembolsar, más daños y perjuicios".
Pero parece un futuro todavía lejano. La temporada de gambas iba a empezar el primero de junio. "Necesitamos que nos dejen cobrar del paro, que nos den vales de comida", dice una señora sentada en la primera fila.
El capitán Garfio (es lo que pone en su camisa de patrón de barco y no quiere dar su verdadero nombre) agita su prótesis. "La reunión de hoy es muy útil, nos da una idea de lo que podemos hacer, pero ya verá, a medida que empeoren las cosas nos dirán cada vez menos". Garfio se dedica a la pesca recreativa y ve un futuro muy negro. "La gente tendrá miedo de comerse las gambas o venir a pescar o de turismo. Luisiana da petróleo al resto del país y vamos a tener que pagar la factura".
Recelos hacia BP
El abogado aconseja esperar. "Es muy difícil calibrar los efectos a largo plazo de esta marea; si planteáis vuestro caso muy al principio, cobraréis menos". Y cuando Kenney ha terminado de hablar de las indemnizaciones, una voz en la asamblea grita colérica. "Vale, nos metemos en litigios, estas cosas tardan, BP tiene abogados que alargarán el proceso. ¿Cuándo cobraremos, en diez o veinte años?".BP ha anticipado las denuncias montando una oficina y un número de teléfono. Pero esta muestra de buena voluntad contrasta con las acusaciones de que la petrolera compró el silencio de los pescadores de Alabama. Según informa Reuters, los contratos de 5.000 dólares que BP ofreció a los marineros para desplegar barreras incluían una cláusula con el compromiso de no demandar a la compañía.
El director general de BP, Tony Hayward, lo admitió en una emisora de radio, calificándolo como un "traspié inicial" que ya se ha corregido.
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