En una primera impresión, Gotarrendura no deja de ser uno más de los cientos de pueblos dispersos en la estepa castellanoleonesa. Desolado, no especialmente bonito, y sin ningún elemento característico que lo haga destacar sobre otros. Sin embargo, en el interior de este pueblo bulle un sinfín de proyectos en los que el desarrollo sostenible funciona como eje director. Huertas solares, aerogeneradores, reforestaciones, bioconstrucción, depuración por filtro verde, planta de biomasa, piscina natural
Fernando Martín, alcalde de Gotarrendura (Ávila, 160 habitantes) e impulsor de la reactivación de la vida del pueblo, inició en 2003 la legislatura con un paso fundamental. "Lo primero que hicimos, nada más llegar a la alcaldía, fue abrir el bar", cuenta el alcalde. "En localidades pequeñas como esta, un bar es punto de reunión y núcleo de vital importancia".
Casi siete años después, Gotarrendura se está convirtiendo en el pueblo de las energías y la construcción alternativas. Por la parte energética, el pueblo vende a Iberdrola energía a través de 22 hectáreas de superficie de huertas solares con placas fotovoltaicas, que producen 4,6 megavatios de potencia.Además, está en pleno proceso de construcción de una pequeña central termosolar, dispone de aerogeneradores para la extracción de agua y tiene proyectada una planta de biomasa que se beneficiará de las aguas depuradas a través de un sistema de filtro verde. Por otra parte, ha restaurado un albergue recuperando la construcción tradicional con adobe, y los ciudadanos levantan actualmente varias casas para familias mediante esta misma técnica.
Distintos premios
La labor emprendida hasta ahora ya ha recogido reconocimientos de varios organismos. Entre otros, Gotarrendura fue premio de la Fundación Villalar a las políticas demográficas en 2007, tras competir con los 2.248 municipios de Castilla y León. Y en noviembre de 2009 recogieron el accésit del Conama (Congreso Nacional de Medio Ambiente)."Vas estableciendo poco a poco pequeñas bases. Yo las llamo plataformas. Abrir el bar, conseguir el número suficiente de niños y familias para poder abrir la escuela, poner WiFi en el ayuntamiento...", comenta con pasión Fernando Martín.
Cada una de las ideas ha tenido su génesis en un teórico problema que se ha convertido en oportunidad.
El proyecto de las huertas solares provino de intentar obtener partido de la fea subestación eléctrica. Y al plantearse cómo obtener financiación para construir las caras instalaciones municipales que diesen cabida a una piscina, surgió la idea de aprovechar el río para el baño de los vecinos. Así, Gotarrendura se plantea recuperar la parte correspondiente de ribera del Adaja que pasa a cinco kilómetros del núcleo urbano, realizando una reforestación y adecuando la margen para que sus habitantes puedan volver a disfrutar los baños en el río.
Martín, ingeniero técnico de profesión, quita mérito a su trabajo. "Yo puedo crear la chispa, pero si después el pueblo no responde, no se implica, no actúa, ¿qué hacemos? No podríamos hacer prácticamente nada", añade, alabando la implicación de los habitantes del pueblo en su transformación.
Fuente: Publico.
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