El mes pasado se celebró en el circuito de la isla de Man (Reino Unido) el primer Gran Premio de Motociclismo Cero Emisiones, en el que participaron 16 equipos procedentes de siete países y 23 motos eléctricas equipadas con la última tecnología de baterías y propulsión. "Esta competición es una fantástica iniciativa para dar un empujón definitivo a estas nuevas tecnologías", apunta Simon Middison, director técnico del torneo.
Esta carrera es sólo una muestra del empuje del negocio de las motos eléctricas, no contaminantes y exentas de ruido. De hecho, no pasa un día en que no se presente algún modelo nuevo o se anuncie su fabricación.
A finales de 2008, el director ejecutivo de Honda, Takeo Fukui, desveló que durante 2010 la marca comercializará una moto eléctrica, quizá deportiva, dentro de su plan para fabricar vehículos de bajas emisiones, y que se uniría a la moto híbrida que ya está fabricando. De esta forma se suma a otras compañías como KTM o Yamaha. "Las características de una batería pueden ser mejor aprovechadas en las motocicletas, que con frecuencia se utilizan para trayectos cortos", dice Fukui.
Las Administraciones de gran parte del mundo también están trabajando para extender este tipo de transporte en las ciudades. El Ministerio de Industria español tiene entre manos el proyecto Movele, que está ultimando la instalación de 576 tomas eléctricas para vehículos a baterías en Madrid, Barcelona y Sevilla.
"Se necesitan más facilidades para recargar estas motos", señala Francisco Montoya, director comercial de Vectrix, una de las marcas de motos eléctricas que se comercializan en España. El objetivo es "tener decenas de enchufes en cada esquina, como ocurre en China, donde estos vehículos han ayudado al crecimiento de una importante industria con un gran peso económico".
De momento, son los servicios de vigilancia y la Policía los que más demandan estas motos. Y los principales fabricantes no quieren perder cuota de mercado, sobre todo ante el imparable crecimiento que está teniendo este negocio, especialmente en Estados Unidos, con marcas como Zero, Brammo o Vectrix.
Mil euros más caras
En todo caso, estas motos no están exentas de problemas. Uno de ellos es su precio. El de la MissionOne, una de las motos más avanzadas del mundo, alcanza los 50.000 euros. La mayoría de motos eléctricas son scooters "y suelen salir unos 1.000 euros más caras que un ciclomotor de combustible tradicional", estima Montoya.Otro de sus inconvenientes es la autonomía (en torno a los 100 kilómetros según el modelo) y el tiempo de carga, que sigue siendo excesivo. Un ejemplo es la Enerbike estadounidense, que tarda cuatro horas en cargarse y cuyo depósito dura poco menos de 100 kilómetros, o la Zero S, que tiene prestaciones similares.
Pero los fabricantes no dejan de alabar sus capacidades. Recientemente, la Zero X participó en una competición de motocross en San José (Estados Unidos) en la que no dio tregua a sus competidoras con motores tradicionales. "Queremos mostrar al mundo que podemos participar en una carrera de resistencia con motos eléctricas", afirma Neal Saiki, fundador y director técnico de Zero Motorcycles. "La tecnología está aquí y funciona", añade.
La realidad es que, de momento, no se ha dado con la fórmula adecuada para obtener una autonomía suficiente. La compañía estadounidense Veloteq ha dejado de lado el uso de baterías de ion-litio y ha comenzado a utilizar en sus scooters pilas de níquel-zinc, más baratas y hasta un 50% más ligeras, pero siguen teniendo el problema de la autonomía y la potencia a la hora de acelerar.
Por eso, de momento, el uso de estos vehículos es meramente urbano y para trayectos cortos, porque salir a una autopista con ellas es complicado. "Y lo mejor", afirma Montoya, "es el consumo, porque una carga para unos 60 kilómetros de autonomía sale por 40 céntimos, cuando en ese mismo recorri-do, con motor de combustión, el combustible puede costar unos cinco euros".
A pesar de ello, ya hay modelos que harían las delicias de Valentino Rossi o de JorgeLorenzo. Una de ellas es la Mission One, que además de su espectacular diseño alcanza velocidades de hasta 241 km/h, tiene una autonomía de más de 240 kilómetros y carece de embrague, por lo que sólo es necesario acelerar y frenar, sin preocuparse de nada más. Como es eléctrica se carga en dos horas y media, es también ecológica, muy silenciosa y con capacidad de cargar las baterías de ion-litio utilizando la energía de las frenadas.
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