Son dos siglos y medio de hacer una de las cervezas más reconocidas en el mundo, un cuarto de milenio de crear la cerveza estilo porter (de cebada tostada sin fermentar) más consumida a nivel mundial. Su espuma, provocada por una mezcla de nitrógeno en su envasado, es tan característica como su logotipo. No se trata de una bebida, sino de cómo un producto logró convertirse en el símbolo de una nación: Guinness es tan defendida por los irlandeses como el día de San Patricio.
En su página Web, Guinness se jacta de ser la consecuencia de la ingenuidad de un hombre que un día decidió elaborar una cerveza que llevara su nombre. Esta es la parte menos interesante de su historia: tras bambalinas es evidente que la mercadotecnia de los últimos 80 años de esta empresa es tan importante como el sabor de su malta negra. No en vano Guinness se convirtió años más tarde en el monstruo comercial que es actualmente Diageo.
SUERTE DE PRINCIPIANTES
Arthur Guinness comenzó a elaborar cervezas desde 1759, después de firmar un contrato en el que se comprometía a rentar por 9 mil años una cervecería abandonada en Leixlip, en el Condado de Kildare, en Irlanda. Ese no fue el único contrato exagerado que Arthur firmó: en 1795 ganó el derecho de utilizar el canal donde tomaba el agua, por 8 mil 975 años.
Sin embargo, el golpe con el que aseguró su éxito sucedió 20 años más tarde, cuando comenzó a utilizar ilustraciones en revistas para caballeros con el fin de promocionar su cerveza. Fue entonces que el imperio se consolidó.
EL MEDIO ES EL MENSAJE
Para 1833, Guinness ya se había importado a Sierra Leona, Trinidad y Barbados. Las ilustraciones que la anunciaban en revistas y periódicos aludían irreverentemente a Napoleón Bonaparte, entre otras personalidades de talla mundial.
La empresa consiguió su fama involucrándose con figuras de dominio público, algo que no era muy común en siglo XIX. Su logotipo, adquirido en 1862, es de por sí un acierto: el harpa de Brian Boru, un símbolo con el que los irlandeses se identifican desde el reinado de Enrique VIII, en el siglo XVI.
Guinness tiene una gran tradición con campañas publicitarias. Desde principios del siglo XX han ganado premios por sus afiches y comerciales en televisión.
Quizá la serie propagandística más famosa de la empresa sea la diseñada por John Gilroy (1898-1985), quien creó toda una iconografía del beneficio de tomar una Guinness. Fortaleza, nervios, digestión, descanso, lucidez y sus efectos tónicos se emparentaron a la cerveza de malta negra con ilustraciones que rayan en lo surreal, simbolizando las siete virtudes de la cerveza. Sin ningún empacho, Gilroy hizo que frases como "¡Es bueno tomar Guinness!" se escucharan tan saludables como la recomendación de comer frutas.
Durante la Segunda Guerra Mundial la mercadotecnia de la cervecería aludió al ejército. Cientos de soldados siguiendo a una Guinness en vez de a sus superiores, dibujados por HM Bateman (1887-1970) representaron el sentir de los ciudadanos del Reino Unido: la solución bélica era un camino difícil de seguir.
Los chistes visuales sobre la Guerra se hicieron más comunes en sus afiches a medida que se acercaba el final del Fürer, Guinness tomaba viejos adagios de campañas de años pasados reinterpretándolos en este contexto. Más que hacer mofa de la situación, se intentaba levantar la moral del pueblo.
Hoy en día, los canguros, leones, tucanes y demás parafernalia que dibujara Gilroy o Ronald Ferns (1925-1997) son tan simbólicos para la cerveza como para el arte moderno: los posters originales alcanzan precios notables.
En los años 90, el actor Joe McKinney cantaba "Guaglione" de Pérez Prado mientras una pinta se bamboleaba en su mano: la canción llegó a colocarse en el primer lugar de las listas de popularidad de Irlanda, y el segundo de Inglaterra.
En la primera década del 2000, la cervecería ha ganado más de una decena de premios por sus comerciales. En 2007 filmaron uno donde aparecen diversos objetos cayendo en un juego de dominó inverosímil, en él invirtieron 10 millones de libras, transformándolo en el comercial más caro de la historia.
A 250 años de su creación, creer que el éxito de la cerveza se debe a sólo a su sabor o calidad, demuestra la efectividad de su mercadotecnia.
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