Fuente: BBC Mundo.
Arriba en Los Andes, en un remoto rincón de Bolivia, yace más de la mitad de las reservas mundiales de un mineral que podría reducir radicalmente nuestra dependencia de los cada vez más limitados combustibles fósiles.
El litio trae consigo una gran promesa: puede impulsar los automóviles eléctricos -o híbridos- del futuro, pero como ocurre con los actuales combustibles, también es un recurso finito.
El carbonato de litio es utilizado hoy en día en las baterías de las computadoras personales y los teléfonos móviles por su capacidad de almacenar más energía en una superficie más pequeña y liviana que la de otras alternativas.
Y a medida que la industria automotriz se apresura a producir nuevos carros eléctricos y que consumen poco combustible, también está centrando su atención en las baterías de litio como primera opción para aumentar la potencia de sus nuevos modelos.
General Motors tiene una en su modelo híbrido Volt, Toyota está probando otra en su próxima generación de carros híbridos Prius.
Mercedes está experimentando con una versión eléctrica de su Smart, mientras que BMW está haciendo lo mismo con el Mini.
Y Nissan-Renault, Mitsubishi y VW están corriendo a comprar o producir suficientes baterías como para alimentar a sus futuros modelos.
Los mejores ejemplares de vehículos eléctricos puros pueden alcanzar más de 150 kilómetros por carga.
Hace falta más
Pero hay un problema.
Mitsubishi, que planea sacar a la venta pronto su propio carro eléctrico, estima que la demanda de litio sobrepasará a la oferta en menos de una década, a menos que se encuentren nuevas fuentes de abastecimiento.
Y así fue como terminaron en Bolivia.
"La demanda de litio no se duplicará sino que se multiplicará por cinco", asegura Eichi Maeyama, el jefe de Mitsubishi en La Paz.
"Necesitaremos más fuentes de litio y el 50% de las reservas mundiales de litio están en Bolivia, en el Salar de Uyuni", añadió, destacando que si no hay una mayor producción, el precio del mineral aumentará hasta alcanzar cuotas prohibitivas.
Un recurso valioso
El litio se encuentra en rocas y en el agua del mar.
Pero casi todas las reservas que son comercialmente explotables se encuentran en las aguas saladas bajo las minas de sal por evaporación.
Las mayores reservas del mundo se encuentran en Bolivia en el Salar de Uyuni, en la remota planicie andina del sur.
Pero Bolivia no es un país conocido particularmente por su amigable apertura hacia la inversión extranjera.
Su presidente socialista, Evo Morales, está dispuesto a extender el control gubernamental sobre los recursos naturales del país, una tarea desempeñada por el ministro boliviano de Minería, Luis Alberto Echazu.
"Queremos enviarles un mensaje a los países industrializados y a sus compañías", dijo Echazu.
"No repetiremos la experiencia histórica del siglo XV: la exportación de materias primas para la industrialización de occidente que nos ha dejado pobres".
Ambiciones modestas
Oro, plata, estaño, petróleo y gas han sido extraídos y exportados desde aquí, mientras el país permanece entre los más pobres de la región.
Para los simpatizantes del presidente Morales esa es una razón suficiente para no permitir a las compañías extranjeras extraer el metal.
A lo largo de la altiplanicie los mineros que trabajan por cuenta propia rompen la superficie del salar para venderla a camiones que pasan por allí por muy pocos dólares.
Los indígenas y los pobres son la columna vertebral de quienes apoyan a Morales.
Un viejo minero que se identifica sólo como Alfredo, afirma que el litio nunca será extraído.
"No queremos a compañías extranjeras aquí", asegura.
"Sería muy malo, como dice el gobierno".
Las esperanzas de Alfredo para el futuro son modestas.
"Sólo quiero trabajar hasta que me muera", dice mientras se ríe.
Pese a la pobreza en la zona los intentos en los años 80 y 90 para permitir la extracción de litio enfrentaron la resistencia de la comunidad.
Aseguran que el dinero irá a otro lado.
Francisco Quisbert es un activista local del partido del presidente Morales que fue parte de esa resistencia.
Ahora trabaja con el presidente para sacar adelante un nuevo plan para crear una planta piloto estatal en la altiplanicie.
"No queremos presencia internacional", señala.
"Este plan ha creado esperanza en la región. Antes nuestros abuelos vivían de la sal. Llegaron de los valles en caravanas de llamas, pero el mercado los obligó a irse".
"Queremos volver a vivir del salar y mejorar nuestras condiciones de vida y participar en el proyecto".
En un comienzo la planta piloto producirá no más de 1,2 kilotones al año.
Si una planta industrial es construida luego podría incrementarse a unos 30 kilotones para el 2012, eso es un poco menos de un tercio de la actual producción.
Sin embargo la mayoría del litio producido va a pequeñas baterías para electrodomésticos.
La baterías de autos son más grandes y la empresa Mitsubishi estima que el mundo necesitará 500 kilotones al año sólo para satisfacer un nicho del mercado. Si los autos eléctricos se convierten en una norma, podría necesitarse mucho más.
Mitsubishi predice que habrá un déficit del mineral para el 2015.
Contaminación a pesar de todo
Los analistas sospechan que el gobierno de Bolivia puede producir ese monto.
"Los gobiernos en Sudamérica han tenido una historia muy exitosa en la minería", explica Charles Kernot, analista del sector de la empresa Evolution Securities.
Pero la pregunta es qué tan rápido.
"Probablemente no tienen mucha experiencia haciendo esta clase de cosas por ellos mismos por lo que van a tener que traer expertos y tecnología", agrega Kernot.
"Ese proceso completo podría tomar más tiempo que lo que la gente está anticipando".
Como consecuencia, señala Kernot, "los fabricantes de automóviles tendrán que lograr un balance entre qué rápido fabrican con la oferta del metal debido a que no quieren elevar el precio de tal forma que el precio de los carros están muy por encima del mercado".
A largo plazo el gobierno de Bolivia está preocupado del daño al medio ambiente que una extracción masiva podría causar.
El ministro de Minería, Luis Alberto Echazu, tiene un duro mensaje para las empresas extranjeras de occidente.
"Los líderes capitalistas tienen que cambiar", asevera.
"Si todo el mundo tuviera consumidores como en Norteamérica, todos con autos, todo se paralizaría".
"También va a generar contaminación, no sólo de combustibles fósiles sino también de plantas de litio que producen dióxido de sulfuro. esta no es una solución mágica".
No es un punto de vista que llegará bien a las oficinas de Toyota y General Motors.
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