Desde hace tres meses
Cuba vive un inédito, aunque todavía limitado, incremento del acceso a
Internet con 35 nuevos puntos de conexión WiFi, un auge que engancha a
los cubanos y que ha propiciado la proliferación de servicios "por la
izquierda", en argot isleño.
Muchos "bisneros" o negociantes callejeros han aprovechado la
incapacidad del monopolio estatal de las telecomunicaciones (Etecsa)
para mantener un suministro estable de cupones de recargas, los elevados
precios y el desconocimiento de los usuarios neófitos, para ofrecer
servicios al margen de lo legal y atender la demanda.
"Es como siempre ha sido, tratamos de resolver como podemos, no nos
preocupa realmente de qué forma, el problema es resolver, conectarse",
dice Gerardo, un joven que se ha acomodado con su portátil en un banco
del bulevar de San Rafael, en La Habana Vieja, donde funciona una de las
áreas de Internet inalámbrico.
Casi siempre ese "resolver" del cubano tiene una dirección: "por la
izquierda", que según explica este habanero significa hacer lo que se
pueda para desafiar las restricciones.
Para Gerardo "el mundo se mueve a través de Internet", por eso el acceso
a la red trae "bastantes beneficios a los cubanos", aunque para algunos
todavía sea muy difícil pagar los 2 CUC (peso convertible equivalente
al dólar) que cuesta la hora de conexión. "El precio de las tarjetas es
muy caro, porque con una hora no resolvemos, además que la conexión es
muy lenta, se cae, te tienes que volver a conectar, y al final eso no es
económico para nosotros", afirmó.
Cuba es uno de los
países con menor tasa de conectividad del mundo, con solo el 5%,
porcentaje que se reduce al 1% en el caso de la banda ancha.
La avidez de los cubanos por navegar por la red ha hecho que se
produzcan unas 55.000 conexiones en cada uno de los 35 puntos de WiFi
repartidos por la isla, y de ellas 8.000 de forma simultánea, según
datos oficiales.
"Hay mucha gente conectándose y Etecsa no da abasto para vender tarjetas
de recarga, las colas son muy largas y solo venden en horarios
laborales. Ya después tienes que acudir a la bolsa negra", explica, bajo
la condición de anonimato, un "bisnero" que ofrece estos servicios.
Revender tarjetas, generalmente a 3 CUC (uno por encima de la tarifa
oficial), significa tener "policías siempre encima", por eso este
negociante especifica que se dedica a "instalar softwares", a arreglar
teléfonos y habilitar redes WiFi en móviles.
Varios medios locales, entre ellos el principal diario oficial, Granma,
critican a estos "mercaderes" de WiFi, que van desde mediadores a
usuarios y quienes usan sus dispositivos para crear redes inalámbricas
alternativas a las que se accede por la mitad del precio oficial. "La
gente muchas veces no tiene dinero y aprovecha lo que le ofrecen, pero
ya están al tanto de todo eso y han aumentado la vigilancia; a mí mismo
me llevó la policía, sin motivo, y me tuvieron que soltar", dice este
joven, que reconoce que "la WiFi es algo que no se ha preparado como
debió ser".
Otra usuaria, Grisel, celebra la oportunidad de conectarse, pero le
preocupan las consecuencias: "tienes que estar pendiente, que no te
lleven el móvil", al reconocer que el precio continúa siendo "elevado"
si se tiene en cuenta el salario promedio del cubano (unos 24 dólares al
mes).
Cientos de personas, atentos a sus móviles, tabletas y ordenadores, se
acomodan como pueden en aceras, bancos, escaleras y bordillos de calles
dentro de las zonas WiFi, como Yainiel, quien viaja desde Santiago de
las Vegas, a unos 20 kilómetros de La Habana, para conectarse.
"Yo vengo de lejos", cuenta, mientras afirma que "tantas personas con
móviles y computadoras al aire libre han aumentado los robos y la
inseguridad".
El joven ingeniero reconoce la pobre calidad de la conexión: "cuando hay
mucha gente se pone muy lenta y es dinero que te está costando",
matizó, al agregar que por eso muchos prefieran pagar la mitad, aunque
sea ilegal, dijo.
"Si Etecsa bajara los precios (...) y ampliara la venta de tarjetas, eso
(las ilegalidades) al final se caería", advirtió, mientras se excusa
alegando que en Cuba "el tiempo sí es dinero".
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