El llamado "Supercomité" bipartidista del Congreso de EE.UU., que en agosto pasado tuvo la tarea de aplicar recortes históricos para reducir el inflado déficit del país, reconoció que no podrá llegar a un acuerdo antes del plazo otorgado para este miércoles a medianoche.
Los 12 miembros del grupo especial -6 demócratas y seis republicanos de ambas cámaras- debieron haber encontrado US$1,2 billones en ahorros a lo largo de diez años pero no pudieron cerrar la gran brecha ideológica que los separa para llegar a un consenso.El impasse inicia automáticamente un mecanismo de recortes forzados en varios sectores y programas del gobierno, al tiempo que crea el escenario para una lucha política en anticipo de las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre del año entrante.
Fracaso esperado
El "Supercomité" se creó en agosto, durante las difíciles negociaciones presupuestarias en el Congreso, como resultado de un acuerdo de última hora para autorizar elevar el nivel de crédito del país y evitar una cesación de pago de la deuda.Sin embargo, las mismas diferencias ideológicas que plagaron la negociación presupuestaria se extendieron a las discusiones del grupo bipartidista: los demócratas exigiendo algún tipo de generación de ingresos fiscales, los republicanos aferrados a no aumentar un solo impuesto.
"Estaba destinado a fracasar desde el momento de su creación", comentó a BBC Mundo Andrew Fieldhouse, analista de política presupuestaria del grupo de investigación Economic Policy Institute de Washington.
"Los mercados esperaban esto, así que el impacto económico será insignificante", afirmó el experto, aunque sí tendrá repercusiones políticas.
Isaac Cohen, analista económico independiente, concuerda en que los mercados ya habían absorbido el hecho. "Lo están viendo con cautela pero sin reaccionar muy precipitadamente", dijo.
"Ahora que el Supercomité no llegó a un acuerdo, entrarán en vigor una serie de medidas obligatorias que suponen dificultades políticas para ambos partidos", expresó a la BBC el analista económico Isaac Cohen.
El Pentágono, una de las víctimas
En primer lugar, las exoneraciones de impuestos decretadas por George W. Bush, y prorrogadas por Obama, vencen a finales de 2012. Si se deja expirar va a venir una alza de impuestos, que es anatema a los ideales republicanos.Por otra parte, a partir de 2013, entran a regir los recortes automáticos. Aunque muchos sectores están señalados para las reducciones el principal contribuyente será el Ministerio de Defensa con una considerable reducción al gasto militar.
"La mayor parte de esa factura la va a pagar el Pentágono", continuó Cohen.
Se suponía que la aplicación automática de estas medidas, difíciles para parte y parte, sería el aliciente para que lograran un acuerdo.
"Seguramente tanto demócratas como republicanos sintieron que iban a perder mucho de sus bases políticas si concedían las partes más preciadas de sus paquetes políticos", dijo a BBC Mundo Jamin Raskin, profesor de derecho constitucional de la Universidad Americana en Washington.
Pobre opinión del Congreso
Raskin, que también es un senador estatal de Maryland por el Partido Demócrata, añadió que la falta de concesiones se está volviendo muy común a nivel federal.
"El pueblo se siente indignado con la actitud de sus legisladores", manifestó el senador estatal. "Las encuestas de opinión le dan una aprobación de 9% al Congreso, un récord abismal".
Según Raskin, todo el debate financiero se va a trasladar al escenario político durante este año electoral. Tanto demócratas como republicanos intentarán sacar partido a la intransigencia del otro.
Como todavía falta un año para que los recortes automáticos entren en vigor, cada uno tendrá la oportunidad de presentarlos y buscar ajustes durante la campaña según su plataforma política.
" A medida que se acercan las elecciones, los demócratas intentarán traducir el sentimiento generado por el movimiento que ocupa a Wall Street en una agenda política concreta", especuló.
"Al mismo tiempo los republicanos intentarán capitalizar sobre el éxito logrado en las elecciones de 2010 consolidándose como una alternativa al programa económico demócrata".
Si bien hizo unos intentos para estimular el acercamiento, el mandatario dejó que los legisladores negociaran sin interferencia.
Esto le da argumentos a Obama para tildar al Congreso de disfuncional, indicó el profesor de la Universidad Americana.
"Podría culpar al (ultraconservador) Tea Party de, como facción del Partido Republicano, estar manejando las decisiones del Congreso".
"Tanto el presidente como los demócratas podrían sacar capital político para la reelección y lograr otra vez el control de la Cámara Baja", dijo Raskin.
"De todas formas", concluyó, "todos los legisladores, en algún momento, tendrán que explicar cuál son sus planes para poner al gobierno a marchar otra vez y desarrollar un programa coherente para impulsar la economía".
Esto habría que hacerlo con una consideración muy cuidadosa de que recortes se van a hacer a largo plazo y cuánto ingreso se generaría a base de impuestos.
"Ante las alternativas limitadas van a tener que entrar en razón", recalcó el economista Isaac Cohen.
"En primer lugar, nadie quiere sacrificar la seguridad del país y, en segundo, nadie quiere que le suban los impuestos indiscriminadamente", explicó. "He ahí las bases de un acuerdo".
"El pueblo se siente indignado con la actitud de sus legisladores", manifestó el senador estatal. "Las encuestas de opinión le dan una aprobación de 9% al Congreso, un récord abismal".
Según Raskin, todo el debate financiero se va a trasladar al escenario político durante este año electoral. Tanto demócratas como republicanos intentarán sacar partido a la intransigencia del otro.
Como todavía falta un año para que los recortes automáticos entren en vigor, cada uno tendrá la oportunidad de presentarlos y buscar ajustes durante la campaña según su plataforma política.
" A medida que se acercan las elecciones, los demócratas intentarán traducir el sentimiento generado por el movimiento que ocupa a Wall Street en una agenda política concreta", especuló.
"Al mismo tiempo los republicanos intentarán capitalizar sobre el éxito logrado en las elecciones de 2010 consolidándose como una alternativa al programa económico demócrata".
Capital político
Ha sido notable la distancia que ha tomado el presidente Barack Obama del debate.Si bien hizo unos intentos para estimular el acercamiento, el mandatario dejó que los legisladores negociaran sin interferencia.
Esto le da argumentos a Obama para tildar al Congreso de disfuncional, indicó el profesor de la Universidad Americana.
"Podría culpar al (ultraconservador) Tea Party de, como facción del Partido Republicano, estar manejando las decisiones del Congreso".
"Tanto el presidente como los demócratas podrían sacar capital político para la reelección y lograr otra vez el control de la Cámara Baja", dijo Raskin.
"De todas formas", concluyó, "todos los legisladores, en algún momento, tendrán que explicar cuál son sus planes para poner al gobierno a marchar otra vez y desarrollar un programa coherente para impulsar la economía".
Esto habría que hacerlo con una consideración muy cuidadosa de que recortes se van a hacer a largo plazo y cuánto ingreso se generaría a base de impuestos.
"Ante las alternativas limitadas van a tener que entrar en razón", recalcó el economista Isaac Cohen.
"En primer lugar, nadie quiere sacrificar la seguridad del país y, en segundo, nadie quiere que le suban los impuestos indiscriminadamente", explicó. "He ahí las bases de un acuerdo".
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