Hace cuatro años, aquellos coreanos que tuvieran un dispositivo móvil, podían ser recluidos en campos de prisión e incluso ser ejecutados. El fin a la prohibición llegó en 2008 cuando el Gobierno firmó un acuerdo de cuatro años con la compañía egipcia Orascom para crear una red 3G.
Para finales de año, se espera que Corea del Norte alcance el millón de usuarios de móviles gracias a su nueva red 3G. La mayoría serán usuarios de la capital, Pyongyang, según recoge Reuters.
Los dispositivos cuestan unos 259 euros, lo que están fuera del alcance de la mayoría de los norcoreanos, cuya media de ingresos mensuales es de 11 euros.
Hasta hace dos años, se registraban menos de 70.000 usuarios. Este mes, un informe del Instituto Nautilus para la Seguridad y la Sostenibilidad recogía que el 60% de los ciudadanos de la capital entre 20 y 50 años tenían teléfono móvil.
Con la llegada de la red 3G, la estabilidad del gobierno podría verse mermada, pero no es así. Según los analistas, a diferencia de lo que ocurrió en la primavera árabe, es poco probable que ocurra en Corea debido al control que el Gobierno hace de la información.
“A largo plazo, el aumento de la interacción entre las personas será un problema para el régimen, pero llevará años e incluso décadas, para que la situación desemboque en un brote de descontento internacional, comentó Andreo Lankov de la Universidad Kookmin en Seúl.
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