Desde hace un par de días los noticieros colombianos parecen tener poco tiempo para lo que no tenga que ver con los problemas de movilidad causados por la última ola invernal.
Importantes carreteras -incluyendo la estratégica vía de La Línea, que conecta a la capital colombiana con el occidente del país- han tenido que ser cerradas o restringir el paso de vehículos por culpa de los derrumbes e inundaciones provocados por las lluvias.Y las pérdidas causadas por el cierre de La Línea -por donde circula aproximadamente el 60% de la carga colombiana- fueron estimadas por el presidente de la Asociación Nacional de Empresas Transportadoras de Carga por Carretera (ASECARGA), Jairo Herrera, en más de US$10 millones diarios.
Los problemas dan testimonio de la violencia de un invierno que a la fecha ya ha dejado más de 300.000 damnificados.
Pero también ponen en evidencia las deficiencias de la infraestructura vial de un país que podría encontrar en su inadecuada red de transporte un serio obstáculo para el pleno aprovechamiento de sus acuerdos comerciales.
"Con estas vías… estamos entrando cojos al Tratado de Libre Comercio (con Estados Unidos)", reconoció el miércoles el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo.
Déficit de carreteras
Efectivamente, para poder hacer que los productos colombianos lleguen a nuevos mercados a precios competitivos, estos necesitan poder viajar de las zonas productivas a los puertos de la forma más eficiente posible."Pero vemos con preocupación que la infraestructura, tanto portuaria como vial, está sumamente atrasada", le dijo a BBC Mundo el presidente de ASECARGA, Jairo Herrera.
De hecho, según estimaciones de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, ANDI, la deficiente red vial aumenta el costo de los productos colombianos entre un 10 y un 15%.
Y según la revista británica The Economist eso hace que el costo de transporte de un contenedor de carga en Colombia sea de US$1.770, por US$1.480 en Argentina.
Así las cosas, Herrera estima que si Colombia quiere ser verdaderamente competitiva necesita de más vías alternativas y de al menos 4.000 kilómetros de carreteras de doble calzada.
"Y hasta ahorita estamos llegando a los 1.000 kilómetros", afirmó.
Mientras, al inicio del Congreso Nacional de la Infraestructura, que tuvo lugar la semana pasada, el presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, Juan Martín Caicedo, también se refirió a la necesidad de invertir también en otros medios de transporte de carga, más eficientes, y tal vez más adecuados para una geografía tan accidentada como la colombiana.
"(Se requiere) de una política decidida, que rescate de su postración al río y al ferrocarril", dijo Caicedo.
El problema de la corrupción
El congreso, sin embargo, fue sobre todo notable porque durante el mismo constructores y gobierno -en la persona del presidente Juan Manuel Santos- se turnaron para identificar las principales causas de los problemas de infraestructura de un país en el que abundan los proyectos ambiciosos pero también las vías en mal estado, y donde abundan las carreteras que nunca se terminan de completar a pesar de estar "construyéndose" desde hace años.Para los contratistas, la situación es el resultado de décadas de insuficiente inversión pública en infraestructura, una gestión inadecuada de los procesos de contratación de obras y controles poco ágiles, entre otros aspectos.
El presidente Santos, sin embargo, hizo hincapié en la necesidad de una mejor planeación y buenos controles, para "ahorrarnos obras inconclusas, desfinanciadas o insuficientes".
"Yo me pregunto, por ejemplo, si ustedes se asombraron tanto como nosotros al constatar que el proyecto fundamental de las Autopistas de la Montaña, que supuestamente costaba 5 billones de pesos (unos US$2.590 millones), en realidad requería de 15 billones (US$7.770 millones) para realizarse", dijo Santos.
Y el mandatario también puso como ejemplo "las Autopistas del Café y la doble calzada Bogotá-Girardot, que se disputan el trono de las obras de infraestructura con más sobrecostos en nuestra historia".
Para muchos, los altos niveles de corrupción en las licitaciones de los proyectos viales –evidentes en el caso de la ya infame Avenida 26 de Bogotá, también ofrecida como ejemplo por el mandatario- son la principal causa de estos problemas.
Y dada la buena salud de la economía colombiana, el compromiso del gobierno Santos de multiplicar la inversión pública en infraestructura, y sus avances en la modernización de las instituciones estatales vinculadas al sector, el acabar con la corrupción también parece ser el principal reto.
Por lo pronto, si las iniciativas gubernamentales en ese sentido fallan, los colombianos por lo menos no tendrán que mirar muy lejos para encontrar una alternativa que parece funcionar incluso en los contextos más difíciles.
Pero quién sabe si quieran imitar el ejemplo de las mujeres de Barbacoas, quienes clic dejaron de tener sexo durante 109 díasclic para conseguir la reparación de una carretera.
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