Para el estándar de Silicon Valley, Sheryl Sandberg ya no es tan joven. Un universo en el que estar cerca de los 40 años es ser ya mayor. "¿Cuándo llega la crisis de la media edad? ¿A los 30 años?", le preguntó Mark Zuckerberg, su jefe. Pero los genios también necesitan de personas con experiencia. La razón es simple: los proyectos que nacen con la idea de cambiar el mundo necesitan de gestores que los hagan funcionar como empresas. Y ahí es donde entra la directora operativa de Facebook en acción. Es la responsable de lidiar con el día a día de la red social más potente y grande en Internet. Eso la convierte en una de las mujeres más poderosas del mundo, junto a otra crack del mismo universo que se llama Marissa Mayer, en Google, seis años más joven. Las dos son reconocidas así por Fortune.
La ejecutiva fue fichada hace tres años por Zuckerberg. Se la robó precisamente a Google, buscando dar con la fórmula mágica que le ayudara a innovar a la vez que sacar tajada al negocio de la publicidad electrónica. Allí ocupó el cargo de vicepresidente responsable de las ventas y operaciones globales, desde donde vio la dimensión y el potencial del negocio.
Siempre fue la primera de su clase. En su haber tiene un John Williams, el máximo reconocimiento que se otorga en Harvard, donde se graduó hace dos décadas summa cum laude. Y como no podía ser de otra manera, Larry Summers le echó el ojo y, tras asesorarle en su tesis, la fichó para el Banco Mundial. Eso fue antes de trabajar para la consultora McKinsey.
La experiencia de Sandberg, de hecho, no se limita tan solo al sector privado. Antes de empezar a trabajar en 2002 para Google, fue jefa de gabinete en el Departamento del Tesoro, bajo la batuta de Summers. Eran los años de la Administración de Bill Clinton, en plena crisis por el colapso financiero asiático. Pero cuando su perfil cobró relevancia fue al saltar a Facebook.
Pocos meses antes de pasar a ser la mano derecha de Zuckerberg, la economista entró en la lista que elabora The Wall Street Journal dedicada a las mujeres que no hay que perder de vista. En el ranking de Fortune aparece en el puesto 16º de un total de 50 mujeres relevantes en el mundo de los negocios. Su nombre está grabado en el directorio de Walt Disney y Starbucks.
Pero en EE UU estás en la cúspide cuando tienes el privilegio de pronunciar un discurso en una ceremonia de graduación. Eso sucedió en mayo en la Universidad de Barnard. Allí explicó lo que aprendió trabajando con Mark Zuckerberg, en Facebook, y Larry Page y Sergey Brin, en Google: que "si quieres marcar la diferencia, debes pensar a lo grande".
Siempre quiso estar en el corazón del cambio tecnológico. Eligió el primer salto en Google porque era un entorno lleno de ambición y de ideas. Lo mismo que pasa con Facebook. Como explicó ante los recién graduados, no se trata solo de colgar fotos y usar Facebook para estar en contacto. "Queremos conectar el mundo entero, hacerlo más abierto y transparente".
La plataforma social cuenta con 500 millones de usuarios tres años después de su llegada. Ha crecido siete veces en el tiempo que Sandberg está al frente de sus operaciones. Hay quien la cataloga como una superestrella en el mundo de los negocios. Pero lo cierto es que es una genio en cuestiones de organización, una cualidad esencial en una firma en expansión.
Esencialmente es la que tiene la responsabilidad última de llevar a la realidad la filosofía de "conectar al mundo" que impregna el modus operandi o la causa original del omnipresente Facebook. Y esto a la vez que aporta madurez a un mundo dominado por genios adolescentes. Una supervisión adulta que también buscó el portal de cupones Groupon en Margo Georgiadis, otra de Google.
Y siempre hablando de Google, es la misma función de protector que ejerció hasta hace pocos meses Eric Schmidt, cuando asumió las riendas del buscador más potente en Internet. Larry Page, uno de sus dos fundadores, vuelve a estar al frente y ahora le toca demostrar ante los inversores que está a la altura. El grado de la madurez también los buscó el microblog Twitter en Dick Costolo.
Tener medio millar de miembros en Internet no es suficiente para mantener en pie una compañía con 2.500 empleados. Sandberg es la persona que tiene que modelar el modelo de negocio para que la red social funcione como eso: un negocio en el que hay que pagar nóminas, invertir en innovación y tener controlados los costes. Es en lo que se fijan los inversores.
En una reciente entrevista con Business-Week, la número dos de Facebook decía precisamente que su cometido es intentar que la compañía sea lo más pequeña posible. Y mira al tamaño que ha alcanzado Google, con 10 veces más empleados y que muchos en Wall Street piensan está siguiendo el mismo camino que está anquilosando a Microsoft.
Facebook está generando gran euforia en Wall Street, donde se anticipa su estreno bursátil para final de este año o comienzos de 2012. La compañía se valora ya en unos 75.000 millones de dólares. Cuando dé el salto al parqué, el escrutinio será intenso. Sandberg está convencida de que estarán a la altura del reto y, sobre todo, de las expectativas.
Pero el perfil quedaría incompleto si a su influencia e intelecto no se sumara su ejemplo en el compromiso con las políticas y acciones por la mujer. Es miembro del consejo ejecutivo de Women International, V-Day y Ad Council. Y hace tres años se topó con una delicada situación, al tener que salir en apoyo de su mentor Summers por unos estridentes comentarios que hizo sobre las mujeres en 2005: cuando era presidente de Harvard, dijo que las diferencias innatas entre el hombre y la mujer son una de las razones que podrían explicar que las mujeres tengan menos éxitos en carreras que están relacionadas con las ciencias y las matemáticas. Sheryl salió tiempo después en defensa de Summers en un artículo que publicó en el Huffington Post, en el que vino a decir que su mentor siempre defendió la educación de las mujeres y las políticas de igualdad.
Es una defensora de políticas de igualdad que permitan a las madres trabajadoras cuidar a sus hijos pequeños y adoptar bajas por maternidad. Lo considera algo esencial para que una organización, del tipo y el sector que sea, compita en la economía moderna. Y, por supuesto, es muy apasionada sobre la presencia de las mujeres en los puestos de mando.
Así es la mujer que admite en público que llora en el trabajo. "Le he llorado a Mark". El genio de Facebook le respondió: "¿Quieres que te dé un abrazo?". Eso, contacto físico que reconforta a una mujer tan inteligente, apasionada y llena de ilusión, no se encuentra en la red. Zuckerberg sabe que es especial, pero sobre todo esencial para la compañía. Sin ella sería incompleta".
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