Buscar

2011/08/10

A Islandia parece no afectarle la crisis europea


Casi tres años después de que la economía islandesa se desplomara, el país perece estar recuperándose y algunos creen que el remedio implementado allí podría ofrecer una solución a los problemas de la deuda de Europa.
Islandia no luce como un país al borde de una crisis.


Durante mi primer día en la capital, Reikiavik, el sol resplandecía y la principal zona comercial de la ciudad estaba congestionada. De hecho, Reikiavik se veía muy similar a cualquier otra ciudad próspera del norte de Europa.

Asombrosa recuperación

Islandia fue uno de los países más golpeados por la crisis crediticia en 2008.
Su actual recuperación es la razón por la cual algunos están volteando su mirada hacia allá en busca de un modelo que les permita lidiar con la crisis de la deuda que ahora está azotando a tantas economías.
Cuando los bancos islandeses se desplomaron, en lugar de destinar miles de millones del dinero de los contribuyentes en rescatarlos, Islandia decidió cerrarlos.
Sus deudas eran tan grandes que, en realidad, el país tenía muy pocas opciones.
Sin embargo, fue una estrategia radical. Islandia le dijo "búsquense la vida" a los bancos acreedores.
Sus deudas externas fueron declaradas pérdidas totales, incluyendo US$8.000 millones de depósitos de los ahorristas en el Reino Unido y Holanda.
"La bancarrota es el camino a la recuperación", fue la consigna.

Seguir el ejemplo de Islandia

El presidente de Islandia, Olafur Ragnar Grimsson, está convencido de que la estrategia funciona.
El funcionario recitó una serie de impresionantes estadísticas económicas cuando me reuní con él en su austera mansión, situada en un terreno olvidado que sobresale en una bahía a las afueras de Reikjavik.

Explicó cómo la economía está creciendo ahora más rápido que en muchos países europeos y con un déficit público menor. El desempleo está disminuyendo y se han logrado obtener préstamos de hasta US$1.000 a buenas tasas de interés en el mercado internacional.
Sin embargo, las medidas tomadas en Islandia van más allá de poner en orden al sector bancario, cuenta el presidente. Se tiene en cuenta la voluntad del pueblo sobre las instituciones bancarias.
"En Europa hay un conflicto entre la voluntad democrática del pueblo y los intereses de los mercados financieros", explicó inclinándose sobre su antiguo escritorio.
Cree que si Europa no tiene en cuenta la democracia, entonces el proyecto europeo carece de significado.
Islandia ignoró las advertencias de las agencias de calificación y otras instituciones que auguraban un desastre, dijo el presidente, y al país le va bien.
La idea es clara: otros países deberían seguir el ejemplo de Islandia.
Pero Islandia tiene un arma clave a la que no pueden acceder otras naciones europeas: tiene su propia moneda, el krona. Cuando los bancos colapsaron, la moneda también lo hizo.
Ésta es una de las principales razones por las que Reykjavik es ahora tan activa. Los precios son ahora mucho más accesibles para los turistas. De ser una de las ciudades más caras del mundo, ahora es sólo un poco costosa.

Ciudadanos endeudados de por vida

No obstante, el colapso del krona ha sido problemático para algunos islandeses, explica Gunnar, el taxista que me llevó de vuelta al hotel.
Casi todos los productos en Islandia son importados y cuando la moneda se devaluó, los precios de todo, desde coches, material para la construcción o comida se dispararon. Al mismo tiempo los salarios disminuyeron.
Ha sido un momento muy duro, dice Gunnar, agravado por el hecho de que muchos pidieron préstamos en moneda extranjera y ahora su valor se ha duplicado -algunas veces triplicado- en valor.
"Nunca podré pagar mi préstamo", cuenta Gunnar. "Mejor sólo dejarles que se queden con mi casa".
Gunnar parece resignado a la pérdida, pero él es uno de los miles de islandeses en similar situación. En una modesta oficina en las afueras de Reykjavik conocí a otro de ellos, Guomundur Andri Skulason.

La trampa de la deuda

Él está mucho menos contrariado que Gunnar, fundó una asociación de deudores para luchar por sus derechos.

Skulason dijo que cifras del banco central muestran que 25.000 propietarios están atrasados con sus pagos, lo que supone un cuarto de los propietarios en Islandia. El pasado mes de marzo, el ministro de Finanzas afirmó que se trataba del 40%.
Las hipotecas y otros préstamos conforman gran parte de los activos de los nuevos bancos que Islandia estableció tras cerrar los viejos.
Skulason cree que cuando los islandeses se den cuenta de que nunca podrán pagar sus deudas simplemente dejarán sus propiedades, reflejándose la situación real.
"No se crean que Islandia se ha escapado de sus problemas", dice. "Este país y sus bancos todavía están en bancarrota".
De vuelta en la ciudad, me subo a una colina del centro de Reykjavik para contemplar la magnífica estatua de Ingolfur Arnarson, el primer habitante de Islandia. Se le ve erguido con su atuendo vikingo en la proa de su barco y sosteniendo una larga espada.
Una vez su mirada apuntó a las fieras aguas del Atlántico norte, en las costas de Groenlandia. Eso ya no es así.
El gran vikingo ahora atisba desde lejos un oscuro edificio, sede del banco central de Islandia.
Parece que a pesar de los esfuerzos de Islandia, no hay una forma fácil de escapar a la trampa de la deuda. La mirada de Ingolfur apuntando al banco central parece ahora más apropiada de lo que inicialmente se pensó.


No hay comentarios: