Se cumple medio año desde el terremoto que asoló Haití, el país más empobrecido de América y las ONG vuelven a echar mano de las redes sociales. Es una herramienta más que se integra con otros medios tradicionales de difusión y sensibilización social. Por primera vez, las donaciones telefónicas y las transacciones bancarias competían con el nuevo modelo: la ayuda a través de una red social.
Una forma de canalizar a un nuevo grupo poblacional que, además, permitía seguir en tiempo real los avances. “Las redes sociales han permitido humanizar el trabajo en terreno”, nos ha explicado Miguel Ángel Rodríguez, portavoz de Cruz Roja España. Los cooperantes pueden mandar a tiempo real vídeos y textos a los medios de comunicación y personalizar también los destinatarios.
Las redes sociales también tienen un gran impacto económico inmediato. Cruz Roja en EE.UU. recaudó 20 millones de dólares con una campaña de Twitter para Haití en un breve espacio de tiempo. Rodríguez remarca que “las redes sociales tienen un gran impacto a corto plazo y que todavía no se ha testado su repercusión a medio y largo plazo”. Lo que sí se cumple es una máxima, “a mayor cobertura mediática, más recursos y a mayor difusión en redes sociales, más impacto inmediato”. Además, las redes sociales también son útiles para las labores de coordinación de equipos y de comunicación en cualquier momento.
Ese carácter extendido en el tiempo lo están explorando ahora con MundoCruzRoja una red social propia en la que conocer a gente con vocación de cooperar o de colaborar y contrapartes, sumarse a comunidades activas, leer información sobre el desarrollo y poner en práctica actividades.
Todos los esfuerzos de las autoridades internacionales, las ONG, cooperantes, medios de comunicación, son necesarios para recordar y recuperar un país como Haití que quedó absolutamente destruido.
El terremoto del pasado
Cuando la actualidad retiró el foco de Haití, internet tomó la misma dirección, mostrando una fuerte dependencia de la agencia informativa internacional. Este aniversario de julio ha puesto de manifiesto el olvido al que se ha abocado a los haitianos.
En el punto álgido de la cobertura, se escribieron más de medio millón de tweets al día hablando sobre Haití. La información comenzó a decaer, de forma constante, con pequeños picos por informaciones habituales. Ahora, los seis meses sólo han dado para unas 15.000 entradas el día que se cumplían seis meses. Es la misma situación que refleja Google Trends. Las búsquedas apenas han repuntado durante la última semana, lo que indica el escaso interés que levanta el país caribeño entre los internautas. Ya nadie busca una cuenta corriente a la que hacer donaciones o el último milagro de una vida robada a la muerte por un equipo de bomberos que arriesgan la suya propia.
En Haití sigue habiendo 1.364 asentamientos en los que malviven más de un millón y medio de personas. Casi todo sigue igual que hace seis meses, especialmente en las áreas urbanas, en las que los procesos de reconstrucción no avanzan. Y es que los recursos no están siendo canalizados de forma correcta, una crítica que de la que dejan constancia prácticamente todos los agentes en terreno. El problema comenzó ya desde los primeros días con la ineficacia del gobierno de René Preval y siguió con la toma de poder de la zona del ejército de Estados Unidos, que dio prioridad a los asuntos militares sobre los humanitarios, como han venido denunciando quienes volvían de Haití.
La falta de acuerdo hace que incluso seis meses más tarde aún no se haya llegado a acuerdos sobre un plan de reconstrucción completo que permita dividir las tareas y los recursos de forma ordenada, en función de las capacidades de cada organización. Es una de las razones por las que Cruz Roja sólo ha gastado un 25% de lo recaudado para la zona. Esta lentitud en la reconstrucción está afectando aún más a la vivienda, alargando el periodo de residencia en campamentos no higiénicos, en los que la basura se esparce con cada tormenta. Y la temporada de huracanes del Atlántico no ha hecho más que comenzar.
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