Fuente: El Tiempo.
Cada nuevo iPhone es ocasión para el culebrón mediático. Sus alocadas ventas -el cuarto y más reciente modelo despachó 1,7 millones de ejemplares en los primeros tres días desde su lanzamiento- convierten cualquier problema, grande o pequeño, en excusa para una igualmente desorbitada cobertura. Si con el modelo anterior el protagonista fue el recalentamiento, con el iPhone 4 la mala de la película es la antena, cuyo diseño fue calificado como obra de un genio, pero que parece tener tantos caprichos como una estrella de rock.
El ruido sobre los problemas de recepción del iPhone 4 condujo a toda clase de teorías (incluido un video que explicaba que muchos usuarios no sabían sostener correctamente el aparato en su mano). A esto se sumó una carta abierta de Apple, que contiene la que podría calificarse como la más disparatada de las explicaciones. Lo mejor es que podría ser cierta, aunque no necesariamente conduzca a resolver el problema.
Como otras veces, todo empezó con unos pocos informes aislados, que luego, de forma inevitable, se multiplicaron sin descanso. Si se tomaba el iPhone con la mano equivocada, el teléfono perdía súbitamente señal y era posible que la comunicación se cortara.
Las burlas y una asombrada indignación dieron la vuelta al mundo: el más popular teléfono inteligente resultaba de lo menos inteligente, y su antena tenía una zona demasiado sensible. Si el usuario la tocaba, sosteniendo el teléfono de la manera equivocada, la señal se desplomaba. Lo que nos lleva a mirar más de cerca esta obra de un genio: la antena. Y para eso hay que ir un poco más atrás, al modelo anterior. Todos los anteriores, de hecho.
Problema viejo
Los problemas de recepción de los iPhone no son ninguna novedad. Mientras un viejo teléfono de Nokia del 2006 captaba a la perfección señales Wi-Fi distantes, el 3GS era incapaz de tomarlas. Con las llamadas de telefonía celular las cosas no marchan mucho mejor. En condiciones difíciles, las caídas totales y el irritante mensaje 'sin servicio' son de lo más normales.
La obra de un genio vino a resolver este asunto, y de hecho lo hizo. ¿Cómo? Usando el borde metálico que ahora tienen los iPhone como antena. El problema está en lo que ocurre cuando uno toca una antena de cualquier clase: la recepción sufre, se resiente.
Los celulares, que tienen todo el aspecto de un teléfono, son en realidad radios. Si no poseen cables es porque pueden recibir y enviar señales de radio. El diseño del iPhone 4, aunque por un lado mejoró la recepción en comparación con sus antecesores de Apple, también expuso la antena a un contacto directo con las manos de los usuarios.
Nadie esperaba, sin embargo, la carta abierta publicada por Apple (www.apple.com/pr/library/2010/07/02appleletter.html). Allí se le echa la culpa no a la antena, sino al algoritmo que calcula cuántas barritas muestra el indicador de intensidad de señal. Según Apple, hoy consigna más señal que la real. La compañía añade que este error de software está presente desde el primer modelo de iPhone.
El fabricante prometió una corrección para dentro de unas semanas, pero son pocos los que se sienten confiados de que esto resuelva los problemas de antena.
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