Fuente: El Mundo.
Parece ser que no soy el único que piensa que si World of Warcraft sigue funcionando más de cinco años después de su lanzamiento -por mucho que haya doscientos millones de actualizaciones, parches y expansiones- es porque existe algo más debajo de toda esa fantasía épica, esos mundos mágicos medievales. Todo gira en torno fardar. Cuando más grande seas, mejor; cuanto más molón, mejor; cuantos más contrarios te hayas llevado por delante;... Cuando salió Warhammer Online: Age of Reckoning hace algo más de un año, no nos sorprendió nada aquel homenaje a los héroes de batalla que se materializaba en forma de estatuas digitales de los mejores jugadores en las plazas de sus capitales. La clásica leaderboard, la lista de puntuaciones de toda la vida, se hacía más obvia que nunca. Al fin y al cabo se trataba de fardar. Y para fardar y exhibirse hay que ser un buen coleccionista, saber qué se debe recolectar y qué no.
Hace un par de días, Gonzo Suárez -el creador de la saga Commandos- estuvo presente en la presentación que Nintendo hacía de Wario Ware Do It Yourself y puestos a analizar cómo funcionan los videojuegos y qué es lo que los hacen tan atractivos (hasta el punto de ser adictivos), se atrevió a dar una clave: "todo videojuego debe plantear una actividad principal. Por ejemplo, WoW plantea que el jugador pueda exhibirse. Si en WoW no te pudieras exhibir, no habría nada que te retuviese enganchado al juego". Click. Gonzo había conectado con esa idea de fardar en los MMOs. "Algunos dirán que la actividad principal en WoW es el coleccionismo, que existe un cierto síndrome de Diógenes en el jugador. Pero eso sólo se hace para poder exhibirse delante de otros", añadió el creador de Commandos. Y un servidor, por qué no, estamos cien por cien de acuerdo.
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