En pleno 2010, en el siglo de los satélites que cotillean la superficie del planeta con precisión de milímetros, se ha descubierto en España una laguna que ha pasado desapercibida durante los últimos 100 años. No aparece en los inventarios de humedales ni en las cartografías del siglo XX. Ni siquiera en las militares. Y, sin embargo, está ahí, escondida en la propiedad de un latifundista malagueño en la Serranía de Ronda. Y no es una lagunilla: en primaveras lluviosas como la de este año, alcanza los 550.000 metros cuadrados, un tamaño similar al de la ciudad-estado del Vaticano.
El autor de este insólito descubrimiento ha sido el geólogo Juan José Durán, investigador del Instituto Geológico y Minero de España. Según relata, una mañana, curioseando en eBay un sitio dedicado a la subasta de cualquier tipo de producto a través de Internet se topó con un mapa de Málaga de 1855 a un precio de 20 euros. Lo compró y le echó un ojo. Allí estaba la impresionante laguna de Fuente de Piedra, en la comarca de Antequera, famosa por albergar la mayor colonia de flamencos rosas del Mediterráneo occidental. Y la laguna de Herrera, desecada en 1968. Y, con la boca abierta, Durán, malagueño y estudioso de la hidrogeología de la provincia, encontró otra mancha de agua en el mapa: la laguna de la Alberca. Inmediatamente, explica, llamó al experto en humedales andaluces Luis Linares, de la Academia Malagueña de Ciencias.
La laguna "no existe"
"Le conté que había encontrado la laguna en un mapa del siglo XVIII y me dijo que era imposible, que esa laguna no existía", recuerda Durán. Sin embargo, el gigantesco charco también aparecía en otros mapas de la provincia elaborados en 1775 y 1823, y en las imágenes de satélite de la Serranía de Ronda, obtenidas en Google Earth, se percibía una depresión cerrada cercana a un lugar llamado Cortijo de la Alberca. "Así que fuimos para allá", continúa.Tras un viaje entre encinares, el académico y el geólogo llegaron a un latifundio vallado, dedicado al cereal y al cerdo ibérico. Accedieron por sus propios medios, caminaron durante un rato y allí estaba, una enorme masa de agua llena de grullas y patos en plena parada de descanso de camino al Parque de Doñana.
"Hemos redescubierto una laguna que no conocía nadie y que en su momento debió de ser espectacular", presume Durán, también historiador y coleccionista de mapas antiguos. Su hipótesis, explica, es que un pequeño cambio climático local borró la laguna del mapa a principios del siglo XX, aunque siguió siendo un humedal estacional. Además, los propietarios transformaron la laguna seca en cultivos, construyendo drenajes para que la zona no se encharcara. Por un puñado de cereal, Málaga perdió una de sus joyas naturales más importantes.
Durán, que ayer presentó la nueva laguna en un simposio de geólogos en Málaga, asegura que va a poner en conocimiento de la Junta de Andalucía la existencia del humedal, con el fin de protegerlo. "El beneficio que aporta un humedal es infinitamente mayor que el precio de expropiarlo", subraya.
El ecologista Ignacio García Páez, de SEO/Birdlife, es escéptico con la futura protección de La Alberca. Su organización presentó en 2002 a la Junta un proyecto para regenerar la cercana laguna de Herrera, también transformada en cultivos, y todavía espera respuesta. Un proyecto para construir un aeropuerto en Antequera, cerca del humedal, ha "congelado" el proceso para rehabilitar este paraíso para las aves.
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