Fuente: Publico.
Para el mundo de la publicidad, es un asunto redondo: paneles publicitarios electrónicos colocados en el metro, capaces no sólo de difundir el mensaje, sino también de medir quién lo mira y quién no. Para las firmas de tecnología era pura miel: los pasillos del suburbano son el terreno ideal para experimentar máquinas biométricas venidas del mundo industrial, militar y policial. Sólo el ciudadano de a pie, retratado, es el pardillo del escándalo que ha estallado en Francia, con el metro y varias asociaciones ciudadanas como protagonistas.
El próximo 1 de abril, el Tribunal de Gran Instancia de París examinará por procedimiento de urgencia una querella presentada por un grupo de cinco asociaciones, entre ellas Resistencia a la Agresión Publicitaria (RAP), Robin de los Techos y Big Brother Awards. Estos grupos de acción ciudadana reclaman que el juez nombre a un experto independiente para analizar y saber con exactitud qué han colocado dentro de los nuevos paneles publicitarios electrónicos Numeriflash la compañía del metro (RATP), su firma publicitaria (Metrobus) y la empresa francesa de tecnología Majority Report.
El Numeriflash es un nuevo soporte publicitario electrónico capaz de difundir por la pantalla mensajes multimedia y capaz, también, de enviar mensajes a los teléfonos móviles de quienes pasan por delante. Pero no sólo es capaz de eso. Ocultos tras las imágenes comerciales difundidas por los paneles, la firma francesa Majority Report ha instalado unas cámaras espía que localizan los rostros de quienes pasan para saber si miran el mensaje o no, y cuánto tiempo lo hacen.
"Medidas"
Para la RATP, Metrobus y la empresa Majority Report, eso no es más que una "medida de audiencia" o una "medida de impacto". Para las asociaciones, es una posible violación de la intimidad en la que existe el riesgo de que se hayan incluido parámetrosbiométricos.
Cuatro paneles Numeriflash han sido instalados ya como prototipos, con otros tantos captores faciales, en los pasillos de una de las estaciones más concurridas del suburbano de París, la de Charles de Gaulle Etoile, confluencia gigantesca de tres líneas de metro y una del tren regional rápido en el oestede la capital.
El despliegue preveía alcanzar los 1.200 paneles en las estaciones de toda la región parisina antes de fin de año, paso previo a su generalización y a la desaparición progresiva de los carteles clásicos. Pero eso era antes de que las asociaciones empezaran a denunciar la "posible violación de la legislación sobre la videovigilancia" y la "posible violación dela privacidad".
Desde el lanzamiento de la campaña de estos grupos, la Comisión Nacional Informática y Libertades (CNIL), órgano oficial de protección de datos privados, ha empezado a meter sus narices en el asunto, con inspecciones en los locales de la firma MajorityReport. También el Ayuntamiento de París ha expresado su preocupación. "Queremos que la RATP aporte garantías", explica la teniente de alcalde de Transportes, AnnickLepetit.
Para comprender lo que está en juego en esta partida hay que hurgar en el mundo de los algoritmos, esos conjuntos de operaciones de cálculo matemático, a menudo muy complejos, que hoy constituyen la base de instrucciones abstractas que hacen funcionar con éxito cualquier procesador frente a un problema concreto.
En el caso del reconocimiento facial, el algoritmo básico en juego se llama algoritmo de Viola y Jones, y es un viejo conocido de quienes trabajan en ese mundo, como el ingeniero Fabien Moutarde, del laboratorio CAOR de la Escuela Nacional Superior de Minas de París. "Es algo muy generalizado hoy en día, y funciona muy bien. Detecta una cara, en cualquier entorno de imagen, y en tiempo real, con una tasa de éxito de entre el 90% y el 95%. Hay hasta simpleswebcam cuyo programa lleva incorporado ese algoritmo para poder enfocar las caras, o darles una luminosidad superior en el marco de una imagen", explica.
El problema no es el inofensivo algoritmo, publicado por los profesores Viola y Jones en 2001, puesto que el invento simplemente permite detectar una cara automáticamente en tiempo real, pero no darle una identidad. El problema viene luego. El algoritmo de Viola y Jones es abierto y sirve para conseguir que los robots aprendan, gracias a las imágenes de miles y miles de caras, no sólo a detectarlas, sino a distinguir entre hombres y mujeres, y también edades. "Gracias a la plataforma Open Computer Vision(OpenCV), que está en libre acceso, cualquier firma puede proporcionar su propia serie de instrucciones a la tecnología", explica el ingeniero Moutarde.
Instrucciones biométricas
Y eso es lo que sospechan las asociaciones. Estiman técnicamente posible que Majority Report, una empresa con numerosos contratos de observación automatizada en campos muy vastos y diversos, haya colocado en los detectores faciales del metro algoritmos e instrucciones destinadas a que estos experimenten la detección de parámetros biométricos de las caras, como el sexo y la edad de las personas, o también la etnia.
Pese a recibir nueve solicitudes de este diario por todos los canales, la firma Majority Report y su dirigente, Daniel Sfez, se negaron a ofrecer aclaración alguna al respecto. Un representante de Metrobus, por su parte, se limitó a declarar a Público: "Nosotros lo que queremos es una medida de audiencia de nuestra publicidad, pero no un perfil de la misma ni una segmentación, que de todas formas no sería precisa".
Serelec, la empresa que se encargó de integrar las cámaras y el sistema de explotación de Majority Report en los paneles publicitarios, declaró que "puede ser que haya potencialidades que no conocemos. Nosotros sólo sabemos lo que quería el cliente, esto es, la medida de audiencia. No sabemos qué es lo que Majority Report ha desarrollado realmente".
El ingeniero Moutarde, independiente gracias a su presencia en un laboratorio público de alto nivel el de Escuela de Minas de París,sopesa los pros y los contras de esta nueva tecnología: "Técnicamente es posible discriminar el sexo de una cara, pero, de momento, con una tasa de error considerable. Gracias a la morfología matemática, también sería posible discriminar la edad, modelizando las arrugas. Hay gente que está trabajando en ello. Discriminar por etnias sería técnicamente fácil". El veredicto sobre si la ética frena a la técnica,el 1 de abril.
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