"Mi vida es imposible sin él", afirma Ayumi Chiba, de 20 años. "En la escuela, cuando había olvidado cogerlo, fingía estar enfermo para volver más rápido". Desde que tuvo su primer teléfono móvil a los 14 años, reconoce que no puede desprenderse de ese objeto que forma parte de su vida.
Los móviles de hoy en día están tan perfeccionados que los japoneses pueden leer libros, escuchar música, ver la televisión, navegar por Internet, hablar con sus amigos, pero también, y ésta es la otra cara de la moneda, ser amenazados con mensajes.
Según una encuesta publicada en diciembre por el Gobierno, un tercio de los alumnos de primaria —de 7 a 12 años— utilizan móviles, y el porcentaje alcanza el 96% entre los alumnos de instituto.
Prácticamente todos ellos navegan por Internet con el móvil —124 minutos al día de media las chicas y 92 minutos al día de media los chicos—, pero sólo el 1% de ellos tienen filtros que bloquean el acceso a sitios potencialmente peligrosos.
"Los chiquillos dicen que lo más importante para ellos, aparte de su propia vida, es su móvil. Lo utilizan comiendo o viendo la tele", explica Masashi Yasukawa, consejero principal de la escuela por correspondencia Withus.
El móvil, fundamental
Hideki Nakagawa, profesor de sociología en la Universidad Nihon de Tokio, reprocha a los móviles que se han convertido en "una obsesión" entre los jóvenes. "No se sienten seguros sin el móvil, como vendedores sin sus tarjetas de visita", afirma.
Pero el universo de los móviles no es sólo lúdico. También se puede revelar en inquietante, como demuestra la aparición del fenómeno de 'ciberpersecución', que consiste en envíar vía Internet amenazas y mensajes agresivos.
Yasukawa, que dirige también la Conferencia Nacional de Asesoramiento Electrónico, un organismo privado, se acuerda del caso de una adolescente de 15 años que había recibido innumerables mensajes en el que le decían 'muere' o 'apestas'.
Le había pedido consejo a su mejor amiga, que le dijo que no se preocupara por ello. Finalmente, mediante un sistema, consiguieron ver cuál era el origen de las amenazas, hasta que vieron que salían de su propia amiga.
"La joven que hacía esta persecución reconoció que sentía placer al ver el miedo en el rostro de su amiga", recuerda Yasukawa.
Jóvenes contra compañeros
Lo cierto es que es más fácil que nunca hacer discretamente hacer fotos de una amiga desnuda y colgarlas en Internet junto a un mensaje que ponga 'necesito dinero, busco a alguien que pueda ayudarme'.
"Esto se puede hacer simplemente con la ayuda de un móvil", comenta Yasukawa. Los niños, además, revelan muchos datos sobre ellos, lo que les convierte en presas fáciles para pedófilos, según él.
Incluso en los sitios que bloquean el acceso a los adultos —como los blogs de las escuelas—, los propios chavales pueden aceder libremente y de forma anónima dejar comentarios malos sobre un alumno sin que el profesor pueda intervenir.
"Los padres no saben que existe un mundo que asusta detrás de la pantalla del móvil", concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario