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2011/08/03

México: pionero (y polémico) vuelo con biocombustible

Un vuelo entre Ciudad de México y Madrid con un avión que utilizó biocombustibles, se ha convertido en un hito mundial pues es la primera vez que esta fuente de energía se usa en un viaje transcontinental.
El aparato, un Boeing 777-200ER, de Mexicana de Aviación, usó una mezcla de turbosina tradicional y otra elaborada con la planta Jatropha Curcas.

Autoridades mexicanas y españolas afirman que el vuelo es un paso importante para reducir las emisiones de CO2 en la aviación comercial, además que ayuda a diversificar las fuentes de energía.
Pero el acontecimiento histórico no es ajeno a la polémica. En México organizaciones ambientalistas dicen que la producción de biocombustibles puede encarecer el precio de los alimentos, en un país donde 52 millones de personas son pobres según cifras oficiales.
Otros ven, en cambio, una oportunidad para miles de campesinos con tierras áridas o en proceso de agotamiento.
Salim Rodríguez Salomón, director del gubernamental Instituto de Reconversión Productiva y Bioenergéticos de Chiapas, le dice a BBC Mundo que los biocombustibles no están peleados con la producción de granos básicos.
"La orientación hacia los biocombustibles es una amenaza para los alimentos, por eso planteamos alternativas: utilizar tierras marginales y árboles para reforestar y sustentar la producción de los agricultores", explica.

Ahorros

La empresa que realizó el primer vuelo transoceánico con biocombustibles es Aeroméxico, la principal aerolínea del país.

El avión transportó a 155 pasajeros, y logró ahorrar una tonelada y media de combustible según voceros de la empresa.
Antes de este viaje otras aerolíneas en América y Europa habían hecho vuelos locales con biocombustible elaborado a partir de plantas oleaginosas, e incluso algunas exploran la posibilidad de utilizar caña de azúcar como fuente de energía.
Hasta ahora, sin embargo, el alto costo de su producción hace difícil el uso extensivo de estos energéticos en la aviación comercial. Un litro de bioturbosina cuesta US$5, mientras que el combustible tradicional cuesta menos de un dólar.
De hecho, todos los vuelos de prueba han utilizado un promedio de 70% de turbosina tradicional.
"No se ve sencillo que en el corto plazo esta industria deje de usar combustibles fósiles", reconoció el secretario de Energía de México, José Antonio Meade.

Tierras

Más allá del acontecimiento, organizaciones ambientalistas ven un serio riesgo alimentario con la eventual producción de biocombustibles.

"No son una salida ni para el calentamiento global ni para la alimentación, ni para salir de la pobreza", explica a BBC Mundo Dolores Rojas, coordinadora de campañas de Oxfam.
Usar productos agrícolas para elaborar combustibles impacta en el precio de los alimentos, pues habría una fuerte competencia por agua, tierra y otros insumos para la producción.
Tampoco son una alternativa económica, afirma Rojas. En Estados Unidos, por ejemplo, se utiliza cerca de la tercera parte de la producción de maíz para elaborar el etanol que sustituye al 7% de la gasolina utilizada cotidianamente.
"Para sustituir al diesel y la gasolina se necesitarían todas las tierras agrícolas", señala la coordinadora de Oxfam.
Un riesgo que parece tener poco impacto en el país. El gobierno mexicano se ha comprometido a producir anualmente 40 millones de litros de biocombustibles a partir de 2015, según datos de la Secretaría de Energía.
La ley de bioenergéticos restringe el uso de maíz en este proceso, pues el grano sólo puede utilizarse cuando existan excedentes en la producción nacional y esté satisfecha la demanda interna.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, México importa un promedio de 30% del maíz que consume, cantidad que aumentó en 2011 por la baja producción en las cosechas.

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