El primer país del mundo que se ha propuesto usar sólo energías renovables no está entre los 10 más importantes del mundo, ni siquiera entre los 100. Tuvalu (nueve islas del Pacífico que apenas suman 26 km2) quiere prescindir de los combustibles fósiles para combatir el calentamiento global. Aunque su aportación a la lucha parezca insignificante, no sólo pretende dar ejemplo al primer mundo; les va la vida en ello. Con la cumbre más alta del país situada a 4,5 metros sobre el nivel del mar, la elevación de las aguas amenaza su existencia.
La electricidad que ilumina este paraíso a mitad de camino entre Hawái y Australia procede de generadores alimentados por diésel. En febrero del año pasado, se puso en marcha un proyecto piloto para sustituirlo por energía solar. Los primeros paneles fotovoltaicos se instalaron en una banda del Estadio Nacional de fútbol de la capital, Funafuti. Capaces de generar 40 kWh, están conectados a la red eléctrica. Hoy, la modesta instalación cubre el 5% de las necesidades de la capital. Gestionado por la Tuvalu Electricity Corporation, el sistema suministra energía a hogares, clínicas y pequeñas empresas. En el tiempo que lleva en marcha, ha ahorrado 17.000 litros de diésel y 50 toneladas de CO2.
"Habrá instalaciones más grandes en otras partes del mundo, pero ninguna tiene tanto sentido para sus clientes como esta", dice el director general de Kansai Electric Power, Takao Shiraishi. Esta compañía, que participó en el diseño e instalación del sistema, forma parte del e8, una ONG de las principales eléctricas de los países que forman el G8, que costeó los 290.000 euros de la primera fase.
3.000 años de historia bajo el agua
Para Shiraishi, "el apremio de Tuvalu ante la subida de las aguas representa un vívido ejemplo de las peores consecuencias del cambio climático". La mayor parte del territorio de los atolones e islas coralinas de Tuvalu está sólo a un metro sobre el nivel del mar. Una subida mínima del Pacífico puede acabar con un país de 3.000 años de historia.El éxito del ensayo, además de alimentar la esperanza, ha animado a las autoridades a ser ambiciosas: en 2020 sólo usarán energías renovables, en particular eólica y solar. Para ello necesitan ayuda económica. "Como le ocurre a la mayoría de los países menos desarrollados, el dinero es el principal obstáculo para conseguir nuestro objetivo", explica a Público Paulson Panapa, del Ministerio de Servicios Públicos e Industria de Tuvalu. Para ser un país 100% renovable en una década necesitan 14 millones de euros.
La primera partida ya está en camino. Con la ayuda del Gobierno italiano, planean ampliar la potencia de la instalación de la capital y extender el sistema a otras islas. A finales de año se colocarán, en una escuela secundaria de la isla de Vaitupu, paneles solares que generarán 46 kW.
"Estamos muy orgullosos de ser los primeros del mundo", comenta Panapa, que recuerda que las emisiones que están provocando el calentamiento global las genera el mundo industrializado. "Pero no podemos quedarnos cruzados de brazos y seguir usando combustibles fósiles mientras pedimos al resto de las naciones que reduzca sus emisiones de CO2."
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