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2007/06/18

¿Cómo no se le ocurrió ni a Apple ni a Microsoft?

La manera en que usamos la computadora experimentó un giro copernicano cuando Apple, tomando las ideas y prototipos desarrollados en el Palo Alto Research Center (PARC) de Xerox puso en el mercado una interfaz con ventanas, un Escritorio, incluso un tachito de basura, todo controlado por un dispositivo señalador que hoy conocemos bien, el ratón. (En rigor, Apple intercambió acciones bursátiles con Xerox para hacer una visita al PARC y ver estos sistemas; entre otros, la computadora Alto, de 1973, la primera en tener una interfaz gráfica y una metáfora de escritorio. La Alto no era, sin embargo, una máquina destinada al mercado, sino un prototipo experimental.)

El primer intento de acercarle al público una interfaz humana más... bueno... más humana, le corresponde a Apple, con su equipo Lisa (1983). Su costo, alto incluso para los estándares de Apple, la despeñó por un inmerecido fracaso comercial. Se la vendía por casi 10.000 dólares (algo más de 20.000 dólares de hoy) y eso, simplemente, estaba más allá del presupuesto del resto de nosotros .

En 1984 llegó la revancha. La Macintosh, un proyecto paralelo de Apple –no un descendiente directo de Lisa, como se suele creer– también implementaba la interfaz gráfica, pero costaba más razonables 2500 dólares (4800 de hoy) y pese a sus muchas limitaciones, dio vuelta la historia y todo lo que vemos actualmente en la pantalla (Mac, Windows o Linux) es descendiente directo de aquella pionera.

X-Window (que nació en el Massachusetts Institute of Technology para sistemas Unix) es también de 1984, pero tardaría diez años en llegar al público por intermedio de Linux. Es, por otro lado, un concepto de interfaz gráfica diferente, orientado a redes, que consta del servidor X, por una parte, y del gestor de ventanas por el otro, de tal modo que en Linux uno puede tener veinte diseños de interfaz visual diferentes.

Como fuere, en un cuarto de siglo no ha habido cambios fundamentales en esa ilusión visual a la que recurrimos para conducir nuestras computadoras. En 1997 o 1998 estuve en el Xerox PARC (hoy en manos de HP) y vi muchas de las nuevas interfaces con las que se estaba experimentando por entonces. Ninguna hizo pie ni en la PC ni en los sistemas corporativos. También recuerdo el Tdfsb y el 3dfb, dos exploradores de archivos tridimensionales para Linux, uno de los cuales puede verse en una escena de la primera Jurassic Park.

Ninguno de todos esos proyectos prendió. Eran lindos, innovadores, incluso sorprendentes, pero no prácticos.

Así que, en una ronda de pruebas de varios Linux que vengo preparando desde hace varias semanas, me acerqué a Compiz y Beryl, dos escritorios 3D para Linux, con mucho recelo. Esa censurable, algo ridícula y ciertamente desaconsejable actitud que adopta alguien que siente que ya lo ha visto todo. La verdad es que uno nunca puede decir que lo ha visto todo y después de muchos años de usar computadoras encontré la primera metáfora visual 3D que de verdad sirve.

Imagine que el Escritorio que está viendo es en realidad una de las caras de un cubo. Ahora, simplemente, haga clic y arrastre hacia la izquierda y verá rotar el cubo hasta que la segunda cara (la de la derecha) se pone en primer plano. Como nuestra mente funciona espacialmente, se trabaja más rápido e intuitivamente con esta metáfora cúbica (en rigor, se pueden configurar hasta 16 caras) que con varios escritorios planos y abstractos.

Insisto. Mi escepticismo era mayúsculo al principio, y no me extrañaría que también lo fuese el del lector, antes de probar esta función. Es que los cubos de Compiz y Beryl, ahora famosos entre los usuarios de Linux, son de esas cosas que hay que experimentar para entenderlas. Muchas otras características de estos dos escritorios son simples adornos y efectos, transparencias al estilo Vista y bonitas animaciones a la OS X, una cosmética que, de abusar, se vuelve, a mi juicio, empalagosa e impertinente. Pero el cubo es un hito.

Me extraña, claro, que Apple, con su experiencia en interfaces y Microsoft, con su vasta disponibilidad de recursos, no hayan pensado en algo tan obvio, tan sencillo, tan elegante y tan práctico. Tampoco el PARC, para el caso. Como fuere, hay un programa que hace algo semejante en Windows (Vista incluido), aunque ni por asomo funciona tan fluidamente ni con tantas opciones como los de Beryl y Compiz. Se llama Yet Another Desktop Manager 3D y se lo baja de http://chsalmon.club.fr


Fuente: La Nacion.

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