Cuando se habla de Big Data a menudo surge el debate en torno a la privacidad de los datos personales y financieros de los ciudadanos. Mientras que para los negocios, el análisis de los datos extraídos de internet o de los dispositivos móviles supone una oportunidad, para los internautas significa una pérdida de control de la información personal. En la segunda jornada del congreso The Big Digital Bang, expertos en protección de datos han aconsejado a las empresas y administraciones públicas más transparencia sobre dichas informaciones.
Las solicitudes de consulta sobre datos personales –estipuladas como un derecho del ciudadano– se incumplen un 70% en las administraciones públicas y un 60% en las empresas, según afirma la Directora de Investigación en la Universidad de Barcelona, Gemma Galdon, haciendo referencia a un estudio en el que ha participado Eticas Research and Consulting, empresa que analiza el impacto social y ético de las nuevas tecnologías. “Se incumplen por desconocimiento de lo que se entiende por datos personales”, argumentaba la doctora durante la ponencia.
La experta ha partido de la paradoja de que “el fin de la era de la privacidad”, promulgada por Mark Zuckerberg en 2010, ha conllevado, precisamente, que las personas sean más conscientes de que “compartir los datos les pone en una situación de vulnerabilidad”. Por su parte, el Coordinador de Tecnologías y Seguridad de la Infromación en la Autoridad Catalana de Protección de Datos (APDCAT), Ramón M. Miralles, pronosticaba que pronto van a aparecer movimientos de objetores de conciencia digitales, es decir, personas que no querrán que se usen sus datos.
Galdon considera que los errores o accidentes en términos de protección de datos por parte de empresas se propagan más que antes. Los casos más recientes han ocurrido en los últimos días: la semana pasada, el ciberataque sufrido por eBay; hace apenas un par de días, la menos grave brecha de seguridad descubierta en Spotify. Estos incidentes repercuten en el prestigio e incluso el valor de la firma: “Una empresa víctima de un ataque de seguridad y datos comprometidos pierde el 30% de su valor bursátil”, añadía la Directora de Servicios de Seguridad de TI en HP, Karen Gaines.
Discriminación de perfiles
“El Big Data representa el progreso y la prosperidad, pero cada vez se toman más decisiones sobres nuestras vidas sin que nosotros tengamos ningún control”, afirmaba el abogado experto en protección de datos, Eduardo Ustaran. De hecho, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos alerta de que los perfiles que se elaboran sobre los internautas mediante sus datos pueden perjudicarlos y discriminarlos. Por ejemplo, si una persona está categorizada como aficionada a las motos recibirá anuncios sobre este sector, pero es posible que tenga que pagar más caro su seguro de vida porque las aseguradoras la consideran una persona con conductas de riesgo.
La agencia llegaba a estas conclusiones a partir de un reciente estudio (pdf) en el que ha analizado la actividad de nueve de los más importantes ‘data brokers’ estadounidenses: Acxiom, CoreLogic, Datalogix, eBureau, ID Analytics, Intelius, PeekYou, Rapleaf y Recorded Future. Estas empresas analizan y venden enormes cantidades de información del consumidor para propósitos de marketing. Un ‘data broker’, recogido en el informe, tenía hasta 3.000 categorías de casi todos los consumidores americanos, según reporta The New York Times.
La reforma del Reglamento Europeo de Protección de Datos que se aprobó a principios de marzo contempla la posibilidad de que los usuarios se opongan a la elaboración de perfiles y se prohíbe esta práctica cuando tenga como objeto discriminar a las personas, según expone el responsable de APDCAT.
No obstante, tanto la institución estadounidense como los ponentes en el congreso insistían en que la solución pasa por la transparencia. La clave, según el responsable de Big Data Innovation en Telefónica, José Luís Agúndez, está en que los consumidores decidan “a quién confían los datos y para qué uso”. “Simplemente con informar a las personas sobre cómo se van a usar los datos ya te cubres las espaldas”, añadía Galdon.
Ustaran, por su parte, ha insistido en la necesidad de crear un marco legal que permita el progreso tecnológico y proteja la privacidad de los ciudadanos. También ha defendido que no hay que regular la tecnología (poniendo como ejemplo la reciente Sentencia del Tribunal de Justicia de la UE penalizando el rol de Google como buscador) sino que hay que incentivar buenas prácticas de comportamiento. Más en concreto, crear una legislación que motive a las empresas económicamente a hacer buen uso de los datos.
Léase de la propuesta del abogado que si las empresas entienden de dinero la legislación debe hablarles en términos de negocio. En esta línea también se inscriben las cooperativas de datos, donde los ciudadanos pueden comerciar con su propia información. “Los datos se deben considerar como un factor de producción del que nosotros somos propietarios”, afirmaba el Director de Good Data Cooperative, una de estas entidades con sede en el Reino Unido, Marcos Menéndez.
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