A pesar de que el empleo de este tipo de mensajería disminuye paulatinamente debido a la proliferación de herramientas del estilo de WhatsApp y compañía el tráfico de mensajes de texto enviados desde teléfonos móviles continúa siendo una importante fuente de información y la Agencia de Seguridad Nacional no permanece ajena a ellos.
Mediante un programa llamado Dishfire la NSA llega a interceptar y almacenar cerca de 200 millones de SMS al día, según se ha posido saber tras el análisis de unos documentos que forman parte de la filtración debida a Edward Snowden.
De esos mensajes se extraen datos como planes de viaje contactos, transacciones financieras… incluso de personas que no son sospechosas de actividad ilegal alguna. Además estos datos son compartidos con el GCHQ, organismo británico homólogo de la NSA. Tras salir a la luz pública todo lo relacionado con el programa PRISM de espionaje de las telecomunicaciones y tras posicionarse el presidente Obama en favor de la restricción del acceso ilimitado e indiscriminado a las comunicaciones privadas se habría eliminado de la base de datos la información concerniente a números de teléfono de ciudadanos estadounidenses pero no así la de habitantes de otros países.
Además del almacenamiento que efectúa Dishfire también habría un programa encargado del análisis automatizado de los SMS, Prefer, capaz de obtener cada día más de 5 millones de alertas de llamadas perdidas con los que establecer cadenas de contacto entre individuos, detalles sobre 1,6 millones de sujetos que cruzan diversas fronteras (lo que se sabe por las alertas del servicio de itinerancia del proveedor de telefonía al llegar a un nuevo país), más de 110.000 contactos enviados por SMS, más de 800.000 transacciones financieras o pagos efectuados mediante tarjeta de crédito… insistimos, todos esos datos cada día y sólo mediante los mensajes de texto de los móviles, muchos de los cuales son alertas automatizadas por las propias compañías telefónicas o empresas de servicios diversos.
Desde la NSA se niega la arbitrariedad y la indiscriminación en el acceso y almacenamiento de dichos datos y se afirma que se trata de objetivos no nacionales de Estados Unidos de América sobre los que pesa algún tipo de sospecha y que todo se hace conforme a la ley. Desde el GCHQ insisten en que ellos también observan estrictamente el cumplimiento de la legalidad vigente y ahora todos tenemos algún motivo más para desconfiar hasta de los SMS, si es que alguna vez llegamos a pensar que eran nuestro último reducto de intimidad telemática.
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