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2011/08/08

La deforestación sigue desbocada en Brasil


La deforestación de la Amazonia brasileña sigue sin contenerse. Pese a la mejoría de las cifras de los últimos años, y al compromiso de Brasilia de proteger la selva con más ahínco, 2011 no es un buen año para la Amazonia. Así lo ha demostrado el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), que a partir de datos obtenidos vía satélite afirma que en junio fueron devastados 312,6 kilómetros cuadrados de selva, lo que supone un crecimiento del 16,8% respecto al mes anterior y un 28% más que en junio de 2010.
Aunque el Inpe advierte de la inexactitud de las comparaciones, porque el análisis depende de la nubosidad y porque sólo se aprecian los cambios en áreas de más de 25 hectáreas, los estudios del Inpe son los más fiables para calcular la evolución de la deforestación en la selva amazónica. El Sistema de Detección de la Deforestación en Tiempo Real (Deter) monitoriza no sólo la deforestación total, el llamado corte raso, sino también la progresiva degradación de la selva. Y, en los últimos 11 meses, este sistema ha detectado un aumento del 34% en el ritmo de destrucción de la Amazonia.

Más de la mitad de los 8,5 millones de kilómetros cuadrados de Brasil están cubiertos de selva y bosques, la mayor parte en el área amazónica. De esa inmensa cantidad de vegetación, 1,7 millones de kilómetros cuadrados están protegidos por la ley, y el resto está en manos privadas o, en muchos casos, en situación irregular.
La masiva deforestación de la selva ha convertido a Brasil en uno de los mayores emisores de CO2. De ahí que, en la Cumbre del Clima organizada por la ONU en Copenhague en 2009, el Gobierno brasileño se comprometiese a reducir la deforestación de la selva en un 80% hasta 2020. No va por buen camino.
La deforestación amazónica alcanzó su mayor auge en 2004, cuando 27.000 kilómetros cuadrados de selva fueron devastados. Desde entonces, la tendencia ha sido a la baja. Hasta ahora. Los ecologistas apuntan, entre otras causas, a los efectos que tuvo, incluso antes de su aprobación en el mes de mayo, la reforma del Código Forestal. La llegada de una normativa más laxa y las sospechas de que la nueva ley amnistiaría a los infractores provocaron más deforestación.

Latifundios y represión

Brasil ha hecho alardes de su intención de liderar la causa verde en el mundo desde su posición de potencia emergente y rica en recursos naturales. Sin embargo, la industria agrícola sigue imponiendo la lógica del latifundio y el uso de pesticidas frente a un modelo menos agresivo, más basado en la agricultura familiar, que defienden los ecologistas y que precisaría en Brasil de una verdadera reforma agraria.
Mientras aumentan los crímenes contra el medio ambiente, crece también la represión de los líderes de los movimientos sociales en el campo. En mayo y junio murieron cuatro ambientalistas en el norte del país, lo que llevó al Gobierno federal a anunciar una ofensiva de las Fuerzas Armadas para investigar esos fallecimientos y contener la espiral de violencia en la región.


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