A partir de 2012 será literalmente imposible estar fuera del alcance de las balas del Ejército estadounidense. Los soldados enviados a Irak y Afganistán serán los primeros en probar sobre el terreno el XM-25, un lanzagranadas inteligente capaz de variar la trayectoria de sus proyectiles para alcanzar cualquier objetivo, incluso los que están a cubierto, escondidos en una trinchera u ocultos tras una pared. Con la llegada de esta futurista arma portátil, fabricada por las compañía Heckler & Koch y Alliant Techsystems, el mando militar estadounidense pretende minimizar las más de 5.000 bajas que ya se ha cobrado la guerra de guerrillas en que se ha convertido su ofensiva global contra Al Qaeda.
"A lo largo de toda la historia, los soldados necesitaban estar uno en frente del otro para luchar, ya fuera con espadas o mosquetones. Eso se ha acabado", asegura el teniente coronel Christopher Lehner, jefe del proyecto. Gracias a un sistema de guiado por láser y un sensor térmico, cada bala puede ser programada individualmente para que explote a una distancia máxima de un metro del objetivo seleccionado, sin importar dónde se encuentra. "Ya no necesitamos tener un disparo claro para abatir al enemigo; simplemente programaremos la bala para que llegue a su altura, gire o caiga sobre él, y explote", explica Lehner en la web oficial del Ejército estadounidense Army.mil.
Además de un potente lanzagranadas capaz de alcanzar objetivos a una distancia de 700 metros, el XM-25 es letal en las distancias cortas. Funciona también como pistola, rifle, escopeta o ametralladora, y cada bala puede ser controlada individualmente o en ráfagas con una tecnología inalámbrica que permite programar los proyectiles por medio del láser para variar la trayectoria, asegurando una puntería cercana al 100%. El arma utiliza una familia completa de balas codificadas con colores según la situación deseada: entrenamiento, explosión, matar al enemigo o sólo aturdirlo.
Según el Ejército estadounidense, su desarrollo ha costado más de 300 millones de dólares y se ha prolongado durante más de una década. Cada unidad cuesta 25.000 dólares y los proyectiles, dependiendo de su función, entre 30 y 60 dólares. A principio de 2012, llegará a Irak el primer suministro de XM-25, unas 12.500 unidades, que irá a parar a las manos de los miembros de las fuerzas especiales.
Robot marciano
El XM-25 no es la única de las sorpresas que el ejército estadounidense tiene preparada para sus próximas ofensivas en Oriente Medio. Desde finales de 2009, está probando sobre el terreno tres unidades del denominado Robot Maars. Este soldado metálico a control remoto, muy similar a la sonda Spirit hoy varada en las arenas de Marte, va armado hasta los dientes. Cuenta con tres lanzagranadas y un subfusil con munición de gran calibre capaz de realizar 700 disparos por minuto. Además, puede lanzar bombas de humo o granadas de gas lacrimógeno.
Pero no todo son armas letales. El alto mando militar también trabaja en dispositivos no mortales que sirvan para aturdir o debilitar a los enemigos sin causar bajas. El más avanzado y futurista es el denominado Active Denial System (ADS), una suerte de antena gigante que libera una fuerte radiación y que produce una intensa sensación de calor en la piel, aunque sin producir quemaduras ni daños permanentes. Todo aquel que se encuentra en el radio de acción del ADS, unos 300 metros, siente que su piel arde a más de 55 grados centígrados. Sin embargo, el mayor problema del ADS es su falta de efectividad en condiciones climatológicas adversas. En los días lluviosos se dispersa por las gotas de agua, inutilizando el dispositivo.
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