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2010/02/10

Los juguetes argentinos no son juego

Fuente: BBC Mundo.

Podría sea una juguetería en Nueva York, Londres o Santiago. Si hay algo que tienen en común los juguetes en casi todo el mundo, hoy en día, es su origen: la vasta mayoría son “Made in China”.

Argentina no es excepción. Aquí también la mayor parte del mercado relacionado a lo lúdico está copado por los productos procedentes del gigante asiático.

Sin embargo, en los últimos años la producción local ha dado batalla y ha logrado recobrar una parte importante del mercado.

Según la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), los productos fabricados en el país representan en la actualidad el 35% del total de lo vendido, una cifra que va en aumento.

El número habla de una recuperación significativa respecto a la década del ’90, cuando los juguetes argentinos llegaron a representar apenas el 5% de lo comercializado.

Durante ese lapso, cuando -gracias a la llamada “convertibilidad”- el valor del peso argentino equivalía al del dólar estadounidense, cerraron unas 190 fábricas en el país, casi el 80% del total.

En la actualidad existen unas 105 empresas dedicadas a confeccionar juguetes, además de otras 30 que trabajan de forma artesanal.

El crecimiento de la industria local se ve reflejado también fuera de las fronteras, con un aumento en las exportaciones a otros países del Cono Sur, como Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, así como México y Estados Unidos.

Ventajas competitivas

Según los fabricantes argentinos, el resurgimiento de la industria local puede atribuirse a dos causas principales: precio y calidad.

Matías Furió, productor de juguetes y prosecretario de la CAIJ, dijo a BBC Mundo que la devaluación del peso argentino respecto de las otras monedas de la región, a partir de la crisis económica de 2001, aumentó la demanda externa por los artículos locales.

Sin embargo, para Furió, el principal factor que permite a la industria argentina hacer frente a los embates de la competencia china –que, se estima, representa el 70% del mercado internacional- es el nivel de terminación de los productos.

“El fuerte de los asiáticos son todos los juguetes que llevan mecanismos pero Argentina tiene mano de obra más calificada por lo que ofrece productos de mejor calidad”, asegura el fabricante.

Juegos didácticos

Uno de los nichos donde más se busca esa diferenciación de calidad es el mercado de los juguetes dedicados a los más pequeños.

“En los juegos para bebés es importante que las piezas no se salgan y que los productos hayan atravesado un riguroso proceso de seguridad”, señala Furió.

Ahí la industria local tiene una fuerte ventaja respecto a los productos chinos, que en muchos casos no son sometidos a inspecciones exhaustivas.

El mercado de los más chicos es también considerado el de mayor potencial entre los productores, debido a que en la actualidad los niños más grandes están cada vez más volcados al entretenimiento tecnológico provisto por las computadoras, los DVD y los video-juegos.

Eso explica por qué en Argentina han proliferado en los últimos años los negocios dedicados a los juegos didácticos infantiles.

Lo más buscado

Según vendedores de jugueterías consultados por BBC Mundo, la mayoría de los padres que llegan a los negocios están en busca de juegos relacionados a personajes del cine o la televisión.

Allí corren con ventaja los grandes productores mundiales de juguetes, como Mattel (creadora de Barbie) o Hasbro (que fabrica los productos de los Power Rangers, entre otros).

No obstante, ha crecido el número de fabricantes locales que obtienen licencias internacionales para poder producir juguetes basados en personajes de ficción.

La falta de personajes infantiles argentinos es compensada por la perdurable popularidad de algunos juegos autóctonos, en especial los de mesa, como el Estanciero, el Juego de la Oca o las cartas de Truco.

También la nostalgia juega su parte, con el regreso de algunos juegos clásicos de antaño, como los ladrillos de plástico Rasti, la versión local del Lego.

Pero a la hora de los favoritos, nada ha cambiado: las niñas prefieren muñecas y los varones autitos. Ahí la pulseada entre la industria local y la extranjera aún continúa.

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