Previo a la era industrial, la mayor parte de la superficie terrestre estaba cubierta por vegetación. Sin duda, las zonas urbanas han sido las principales responsables del cambio radical sufrido por los paisajes terrestres. En la actualidad, gracias al Google Earth, podemos fácilmente verificar el contraste entre las zonas urbanas y las rurales.
Las ciudades nos han otorgado un nivel de confort inigualable, y nos brindan la posibilidad de vivir prácticamente aislados de la naturaleza. No obstante, el tránsito vehicular y el smog son los principales estorbos, dejando de lado algunos fenómenos extremos, tales como los huracanes y terremotos.
Sin embargo, este comfort tiene un precio, sobre todo a nivel ecológico. Las zonas urbanas son grandes emisoras de gases de efecto invernadero: los colectivos, automóviles y motocicletas utilizan combustibles fósiles para poner en marcha sus motores. En el caso de nuestra capital, se suman las plantas generadoras de electricidad que también funcionan con combustibles fósiles como gas y gasoil. Por otro lado, el agua de lluvia, en vez de poder ser aprovechada para colaborar con la creación y crecimiento de especies vegetales absorbiendo CO2, debe ser adecuadamente drenada al caer sobre superficies como el cemento y asfalto, ocasionando a veces problemas de inundación.
De las 20.000 hectáreas que componen la ciudad de Buenos Aires, tan solo el 7 por ciento tienen vegetación, siendo el restante 93 por ciento de hormigón, membrana reflectiva o cubierta de asfalto. Sin embargo, es alentador saber que este porcentaje puede cambiar: existe una nueva tendencia mundial conocida como "Techos Verdes" que consiste en colocar distintos tipos de vegetación en terrazas y azoteas de edificios urbanos.
Para ello se utilizan productos de alta tecnología que garantizan durabilidad, reducen el mantenimiento e impiden el pasaje de humedad hacia el piso de abajo. Estos techos verdes pueden ser clasificados en "intensivos", "semi-intensivos" o "extensivos", según la profundidad del medio de cultivo y del mantenimiento requerido.
Los techos "intensivos" son de tipo parque, con fácil acceso y pueden incluir desde especias para la cocina hasta arbustos y árboles pequeños. Los techos "extensivos", en cambio están diseñados para requerir un mínimo de atención, como eliminar yuyos o realizar algún tipo de fertilización o abono para estimular el crecimiento una vez al año. Se los puede cultivar en una capa muy delgada de suelo y la mayoría utiliza una fórmula especial de compost o incluso de "lana de roca" directamente encima de una membrana impermeable. Por lo general, se visitan sólo para su mantenimiento.
Entre 1989 y 1999, fueron instalados en Alemania alrededor de 32,5 millones de m2 de techos verdes y la tendencia es creciente. Actualmente, alrededor del 10% de los techos en Alemania ya son verdes, según el Penn State Center for Green Roof Research . La instalación de este tipo más grande del mundo se encuentra en la fábrica Dearborn Truck Plant, de Ford .
Los techos verdes se están volviendo muy populares en Europa, y también en EEUU (aunque en menor grado) por sus numerosas ventajas:
- Reducción del riesgo de inundaciones. El agua de lluvia es absorbida por la instalación, disminuyendo considerablemente el volumen de agua que se canaliza por los desagues. A su vez, al lograr el efecto de absorción también se produce una demora entre el inicio de la lluvia y el punto de saturación, momento en el cual el agua comienza a desembocar en los desagües pluviales. Esto es extremadamente útil, ya que la principal causa de las inundaciones repentinas se producen al caer una gran cantidad de milímetros de agua en un intervalo corto de tiempo, que provoca la saturación de la capacidad de la red pluvial. Adicionalmente, filtra contaminantes, ácidos y metales pesados del agua de lluvia, lo que ayuda a prolongar la vida de los desagües de los edificios y pluviales.
- Mitigación de la irradación solar. Por un lado, las plantas absorben parte de la energía solar en su proceso de fotosíntesis, por otra el calor del sol evapora el agua retenida en las plantas. El efecto de enfriamiento por evaporación de un piso de vegetación en la azotea genera una reducción del 50 por ciento en el flujo de calor en las habitaciones que se encuentran abajo.
- Disminución de los gases de efecto invernadero. Las plantas generan oxígeno a la atmósfera, filtran contaminantes y CO2 del aire.
- Ahorro de energía en climatización. Se evitan pérdidas de calor en invierno y se logra aislar el calor en verano.
- Prolongación de la vida del techo. Al evitar que los rayos ultravioletas lleguen a las membranas asfálticas, se reduce el calor que reciben, incrementando su vida útil.
- Creación de condiciones favorables para el hábitat de microorganismos. Se estimula y protege la biodiversidad en zonas urbanas.
- Generación de barrera acústica. El suelo del techo verde bloquea los sonidos de baja frecuencia y sus plantas los de alta frecuencia.
Existen varias tecnologías constructivas, entre las cuales la compañía estadounidense G-Sky se destaca por su simpleza.
Mientras tanto, la semana pasada el diputado Gerardo Ingaramo, del PRO por la ciudad de Buenos Aires, propuso un proyecto de ley para modificar el Código de Edificación. Este incluye la alternativa de realizar techos verdes y brindar descuentos en el ABL a los propietarios de los edificios. Esperemos que siga adelante este proyecto y podamos contar con una ciudad más silenciosa, con aire más limpio, con menos inundaciones, colaborando a su vez con el del cambio climático.
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