Fuente: Electronicafacil.
El "horno radiante" (o "freidora radiante", según se mire) permite servir en el plato productos con un 50 por ciento menos de aceite, menos grasa y menos calorías que los poseídos por esos mismos productos cuando se cocinan usando las sartenes convencionales.
El horno radiante tiene la capacidad de reproducir el proceso de freír pero sin que se necesite poner la comida en un baño de aceite. Si los investigadores comercializan con éxito el aparato, según ellos cuando usted ponga el producto cocinado en este nuevo horno al lado de uno que se haya freído tradicionalmente, no podrá notar la diferencia.
Kevin Keener, coinventor del singular horno y científico experto en cuestiones alimentarias de la Universidad de Purdue, se ha asociado con la compañía Anderson Tool and Engineering Co., con sede en Indiana, para producir un prototipo comercial. Recientemente, la empresa completó un diseño por ordenador del horno, y ya ha empezado a ensamblar algunas de sus partes. El equipo planea tener el horno construido y funcionando dentro de muy pocos meses.
El horno funciona mediante emisiones de energía radiante en longitudes de onda específicas. Ello le permite cocinar los alimentos con una gran precisión. Por ejemplo, puede calentar el interior de un alimento sin cocinar su exterior.
El horno es muy rápido: un cocinero podría producir con él unas 300 docenas de rosquillas por hora. También recalienta rápidamente los productos sacados de la nevera o del congelador.
Seguramente se utilizará para cocinar alimentos que ya hayan sido parcialmente freídos o preparados para el proceso. Tradicionalmente, los productos de esta clase son freídos en las instalaciones de una empresa antes de ser enfriados o congelados y luego enviados a restaurantes y tiendas de venta al por menor, donde a menudo se refríen antes de servirse.
Keener y Brian Farkas, un científico alimentario de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, son coinventores del diseño del horno, para el que ya han solicitado una patente. Ellos completaron un prototipo pequeño, del tamaño aproximado de un horno normal de microondas, sobre el cual están basados muchos de los cálculos para el prototipo comercial. La comida cocinada en este primer prototipo demostró ser indistinguible de los productos acabados de freír cuando unos y otros fueron degustados por un panel de catadores.
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