- Los usuarios añaden fotos, texto, sonido y vídeo para crear el mapa más rico y caótico de la historia
- El programa permite acceder a datos sobre hoteles o sobre la evolución de las catástrofes humanitarias.
Aunque todo gigante tecnológico que se precie, de Microsoft a Yahoo, tiene su sistema geográfico en la red, el ganador de esta batalla por convertirse en el plano más exhaustivo del que se tiene noticia es Google Earth. El programa, que puede descargarse de forma gratuita en pocos minutos, fue lanzado en junio del 2005. Desde entonces, 250 millones de personas disfrutan de esta herramienta que permite visualizar imágenes en tres dimensiones del planeta, combinando fotografías de satélite, mapas y el buscador Google. Todo en uno. Allí, en castellano, uno puede encontrar desde información sobre los mejores restaurantes y hoteles de Europa hasta rutas aventureras por África, pasando por información sobre en qué puntos de los carreteras españolas hay radares al acecho, fotografías de monumentos, mapas del siglo XVIII o el día a día de la catástrofe humanitaria en la región sudanesa de Darfur.
EL PASO AL COSMOS Y
ahora que ha conquistado la Tierra, Google ha dirigido sus pasos hacia el cosmos. El pasado 22 de agosto, la empresa propietaria del buscador más popular de la red lanzó Google Sky, una especie de telescopio virtual con el que se pueden divisar 100 millones de estrellas y 200 millones de galaxias. La herramienta está disponible a través de la última versión del Earth y, por supuesto, se nutre de conocimiento especializado y proveniente de prestigiosas instituciones --la NASA, la Agencia Europea del Espacio o el Centro Tecnológico de Astronomía del Reino Unido--, pero también, como en el modelo terrestre, de la sabiduría colectiva de millones de usuarios de la red.
Si uno se levanta de la cama un buen día y decide que ya va siendo hora de viajar a Orion, tecleará esta palabra en el buscador del programa y, nada más llegar a su lejano destino, verá un letrero que informa de que esta es una de las nebulosas más brillantes, visible como una senda brumosa, descubierta en 1610 por Nicholas-Claude Fabri de Peiresc y situada a 1.600 años luz. El autor de estas indicaciones tan prácticas no es ninguna autoridad preocupada por la buena información cósmica, sino algún anónimo ciudadano con acceso a internet que se ha tomado el tiempo de redactar el texto en Wikipedia, esa enciclopedia del ciberespacio editada por cualquiera.
Pero aunque este fenómeno pueda tener una faceta altamente romántica --la tan pregonada democratización del conocimiento--, su razón de ser se debe a un hecho nada tierno: las cruentas luchas empresariales. La GeoWeb, como la llaman los conocedores de la cuestión, es en parte un producto de las luchas ciberespaciales entre Google, Microsoft y Yahoo. En la carrera por popularizar sus servicios geográficos --y lucrarse con la publicidad que pueden traer consigo--, estas compañías han creado las herramientas que permiten a los internautas con escasos conocimientos técnicos hacer maravillas hasta ahora reservadas a los cartógrafos profesionales.
Por ejemplo, colgar en la red, junto a un plano que indica los pueblos arrasados en Darfur, los testimonios, en audio, de supervivientes del genocidio. O crear un mapa de los barcos hidroala en todo el mundo. O de los restaurantes, hoteles, bares de copas, discotecas monumentos y accidentes geográficos de Barcelona. O tantas otras cosas que hace un lustro eran inimaginables. El atlas del futuro ya está aquí, en el presente.
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