Buscar

2014/07/09

Rebelión contra el megaproyecto europeo para simular el cerebro

La neurociencia europea está rota por la mitad. Casi 1.200 millones de euros encima de la mesa para investigar el cerebro humano durante una década es una inversión demasiado grande para permitir que el dinero se despilfarre en un proyecto fallido. Es lo que opinan los más de 300 neurocientíficos que han firmado una carta dirigida a la Comisión Europea para que corrija los "fallos sustanciales" que impiden cumplir con la excelencia científica al Human Brain Project (HMP), buque insignia de la ciencia europea. Este grupo exige cambios en este "polémico y divisivo" proyecto o promoverán un boicot contra él.

Seleccionado en febrero del año pasado para convertirse en una empresa científica del calibre de la conquista de la Luna, el HMP contó con importantes reservas entre el mundo de la neurociencia desde que se planteó como idea hace años. En el primer año de gestión del proyecto, las dudas sobre el propio concepto se han agravado con problemas de transparencia y falta de criterio en la gobernanza, como señalan los firmantes de esta carta abierta, cuyo número se ha triplicado en tan solo 24 horas.

En este momento, la Comisión está en proceso de revisión del proyecto, un escenario que este importante y amplio grupo de neurocientíficos de algunas de las instituciones más prestigiosas de Europa (Max Planck, Oxford, CNRS, etc.) quiere aprovechar para encarrilarlo: el mayor miedo es que el fracaso del Human Brain Project cause un daño permanente en un campo tan decisivo y tan incipiente como el de la neurociencia.

"La gestión está siendo muy cerrada y piramidal, nada colaborativa. Nos preocupa una concentración de recursos tan descomunal en muy pocas manos tomando decisiones nada transparentes", critica Miguel Maravall, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante (IN) y uno de los firmantes españoles de la carta. La gota que ha colmado el vaso ha sido la decisión de dejar fuera del núcleo central del proyecto el trabajo de los neurocientíficos cognitivos, obligándoles a encontrar financiación propia al margen del dinero que cada año aportará la Comisión Europea, y que los firmantes consideran una muestra más de la "estrechez de objetivos" del HBP.

La finalidad del proyecto es reproducir el funcionamiento de un cerebro con superordenadores, para aprovechar ese conocimiento para desarrollar la computación y, posteriormente, la medicina. Pero muchos dudan de que sea útil o incluso factible el concepto mismo de imitar su actividad a partir de la recreación de todos y cada uno de los procesos mínimos que se dan en el cerebro (moleculares, celulares, etc.): "Sería cómo querer guiarnos con un mapa a escala real, incluyendo todos los detalles por pequeños que sean", discute Maravall. Ahora, se prescinde de los neurocientíficos que trabajan en mostrar una imagen más amplia, desplazándoles a una línea secundaria del proyecto, para la que deberán encontrar dinero por su cuenta pero manteniéndose bajo la dirección del HBP, que no quiere compartir con ellos las decisiones de esta gigantesca empresa científica.

El Human Brain Project es un proyecto acusado de personalismo debido a la gestión de su líder, el investigador Henry Markram, que lleva muchos años detrás de esta idea de simular el funcionamiento del cerebro neurona a neurona. "Si bien no es totalmente inútil, dejará de dilucidar las funciones del cerebro y de sus enfermedades; del mismo modo que la simulación de cada pluma de un pájaro no aclara cómo vuela",explica a Nature el líder del grupo excluído, el francés Stanislas Dehaene, que no firma la carta.

En la segunda fase del proyecto, el núcleo central recibirá 50 millones anuales y los equipos paralelos deberán conseguir los otros 50 millones de los países miembros que quieran financiar esas líneas de investigación. Entre los firmantes están otros investigadores relegados del núcleo del HBP, pero también numerosos científicos que, como Maravall, no han estado implicados en ningún punto del proyecto pero que temen las consecuencias de su mala gestión.

"Es un proyecto tan grande, tan ambicioso, con un gasto de dinero tremendo, que hace temer que los impuestos de los europeos se vayan a gastar sin mucha cabeza. En esta disciplina tenemos muchas lagunas, faltan datos y falta tecnología. No puede llegar una oportunidad así y contar con una gestión deficiente. Falta democracia en su planteamiento, una gestión abierta, que se sepa qué están haciendo", explica Maravall, que pone como ejemplo el proyecto BRAIN impulsado por Barack Obama en EEUU a partir de las ideas de un grupo de neurocientíficos entre los que se encuentra el español Rafael Yuste. "Ellos tienen una gestión más abierta, las convocatorias son públicas y accesibles a cualquiera", aplaude el investigador del IN.

Este proyecto también ha recibido importantes críticas. El propio Yuste alzó la voz temiendo que se produjera un despilfarro de dinero por falta de una dirección visible que lograra encauzar todos los trabajos, que pusiera a todos a remar en la misma dirección. Recientemente, Obama quiso recuperar el pulso de la iniciativa doblando la inversión: frente a los 1.200 millones del HBP europeo, EEUU gastará alrededor de 2.200 millones de euros en diez años en su idea de desentrañar los secretos de este órgano. El BRAIN aspira a medir y leer la actividad del cerebro (primero el de especies más simples hasta llegar al humano), no a reproducir sus funciones.

Bajo el eslogan Ciencia más allá de la ficción, Bruselas lanzó un concurso en 2009 que buscaba financiar durante una década dos proyectos científicos inspiradores, de los que provocan saltos de gigante en la investigación, comparables con el Programa Apolo que llevó al hombre a la Luna. Uno fue para el desarrollo del grafeno y el otro para el HBP. Los gestores europeos están a tiempo de recuperar consensos dentro del campo de las neurociencias para evitar que el estudio del cerebro, buque insignia de la ciencia europea, naufrague nada más salir del puerto.

No hay comentarios: