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2014/01/04

La tecnología, el mejor amigo de la noticia

 Cuando una gigantesca avalancha sepultó el pueblo colombiano de Armero y 23.000 de sus habitantes, los primeros periodistas en pisar aquel inmenso lodazal se sintieron abrumados por la tragedia e impotentes por la falta de medios para contarla.

Era noviembre de 1985 y aunque los satélites de comunicaciones ya orbitaban alrededor de la Tierra, eran inaccesibles para la prensa y el barro se había tragado los tendidos de teléfonos y electricidad.

Las noticias y las imágenes solo podían viajar a lomos de sus autores por las agrestes laderas del volcán Nevado del Ruiz.

Llegados a pie o a bordo de helicópteros que volvían a Bogotá abarrotados de víctimas, algunos periodistas, entre ellos uno de EFE, tuvieron que caminar durante horas hasta dar con una línea telefónica para despachar sus informaciones.

La obligación de llevarlas con celeridad a todos los rincones del mundo ha sido siempre el principal compromiso de las agencias internacionales de noticias, y honrarlo en las circunstancias más adversas fue uno de los mayores retos de EFE en 75 años de historia.

Sus periodistas encontraron en los avances de la tecnología el mejor aliado en el trabajo cotidiano de informar y, sobre todo, en el de cubrir los acontecimientos más dramáticos, los terremotos, guerras, golpes de Estado o conferencias internacionales que impresionaron la retina de la humanidad.

Una década después de la desaparición de Armero, los enviados de EFE a los Balcanes contaban con un instrumento formidable para quien ha de moverse por la desolación de un conflicto armado y narrarlo día a día, los transmisores de satélite, la maleta más pesada y valiosa de su equipaje.

Con ellos se cubrió, en las montañas de Tora Bora en Afganistán, la enorme y fallida operación de EEUU para encontrar a Bin Laden, en 2001, o la marcha de Laurent Kabila a través del Congo para derrocar a Mobutu Sese Seko en 1997.

Pero con ese transmisor aún por inventar, solo un hueco inverosímil a bordo de una aeronave de la Cruz Roja permitió al periodista que vio expirar a la niña Omayra Sánchez llegar en una hora a los teletipos de Bogotá para contar cómo se había apagado una llama de esperanza que la televisión llevó a medio mundo.

Aunque lentos, aquellos teletipos, instalados con líneas permanentes en los medios, permitieron a las agencias, durante cuatro décadas, distribuir noticias de forma universal e instantánea, una ventaja que han perdido con los medios digitales, blogueros y redes sociales.

Hasta 1979 no acabó su edad de oro en EFE, cuando se instalaron en la central de Madrid las primeras terminales de ordenador en las que corregir un texto con rapidez no exigía ya descifrar la cinta perforada del teletipo.

Sin embargo las fotografías y las grabaciones de televisión tardarían aún años en aparecer en las pantallas de las redacciones.

En 2011, cuando Japón fue asolado por el terremoto que destruyó la central nuclear de Fukushima, internet había cambiado radicalmente el universo informativo.

Los corresponsales de EFE tardaban apenas unos minutos en transmitir sus filmaciones desde Tokio y las zonas más asoladas por el seísmo, que causó 18.000 muertos y desaparecidos.

Realizaron las grabaciones con una de las minicámaras de alta definición incorporadas a 160 corresponsalías de la agencia a partir de 2007 y que han grabado los más importantes acontecimientos de los últimos años.

Además, una simple "webcam" de videoconferencia hizo posible contar en directo los efectos del sismo a televisiones de América Latina, España y Estados Unidos, durante las muchas horas en las que EFE tenía la única redacción hispanohablante de Tokio.

En la última década, las cada vez más rápidas tecnologías wifi y de datos móviles han revolucionado la labor de captar, editar y transmitir imágenes o textos sobre el terreno con cámaras, computadores portátiles y teléfonos.

En cambio, antes de la adopción de las cámaras digitales profesionales en los años noventa, las coberturas distantes exigían llevar un pesado equipo de laboratorio e improvisar un cuarto oscuro en el baño de una habitación de hotel.

De los muchos aparatos que en los últimos 75 años han hecho cada vez más corta la distancia entre el periodista y la información, el ordenador portátil ha sido para muchos el más importante, el principal exponente de que la tecnología es el mejor amigo de la noticia.

En 1989 los periodistas de EFE ya prescindían de las notas y cubrían en directo ruedas de prensa con equipos como el Tandy 100, con una pantalla de ocho líneas y capaz de transmitir a través del teléfono, pero cuya batería no aguantaba discursos tan largos como el de Fidel Castro en Caracas, que obligó a usar la libreta.

Aquella noticia tuvo que viajar en taxi hasta la redacción, aún así con un gran avance respecto a las comunicaciones de medio siglo atrás, cuando EFE acababa de nacer y enviaba noticias con una flota de ciclistas.

En los años cuarenta no eran imaginables los avances tecnológicos que la profesión experimentó solo entre la primera Guerra del Golfo, en 1991, y la segunda, en 2003, cuando existía la publicación directa en la web y los teléfonos de satélite portátiles.

Estos equipos, que la agencia EFE tiene hoy en 33 puntos de cobertura, son el mejor talismán contra aquel viejo axioma del periodismo: tener una noticia y no poder transmitirla es no tener nada.

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