El Nobel de Economía Paul Krugman considera que el "corazón" de la crisis se encuentra en España, para la que augura años de deflación y elevado desempleo como consecuencia de los 'shocks' asimétricos que azotan la zona euro, que han demostrado ser aún peores de lo temido por los más fervientes euroescépticos.
En un artículo publicado en el blog del economista en el diario 'The New York Times' titulado 'Anatomía de un Eurodesastre', Krugman defiende que los problemas de la economía española "no son consecuencia de la irresponsabilidad fiscal", sino que reflejan los 'shocks asimétricos' en la eurozona, algo que siempre se supo que era un problema, pero que ha superado las expectativas más negativas.
En el caso de España, el economista sostiene que el origen de las dificultades se encuentra en la burbuja inmobiliaria, que provocó una escalada de precios de la vivienda y atrajo flujos masivos de capital, permitiendo que países como Alemania registraran enormes superávit corrientes, mientras España y otras economías periféricas sufrían grandés déficit.
"Estos grandes flujos de capital provocaron un clásico problema de transferencia al elevar la demanda española de bienes y servicios, que a su vez desembocó en una inflación sustancialmente mayor a la de Alemania y otros países con superávit", señala el autor.
De este modo, cuando la burbuja inmobiliaria finalmente explotó, España registró una demanda doméstica mucho menor, al mismo tiempo que era muy poco competitiva en el seno de la zona euro como consecuencia del aumento de los precios y de los costes laborales.
"Si España hubiera contado con su propia divisa, se hubiera apreciado durante el 'boom' inmobiliario y se hubiera depreciado cuando terminó. Como no era ni es posible, España parace condenada a sufrir años de deflación y elevado desempleo", augura el economista.
Así, Krugman concluye que, aunque en un sentido nadie puede ser considerado culpable exclusivo de lo ocurrido, en otro sentido habría que acusar a la élite política europea, ya que impulsaron con vehemencia la moneda única sin reparar en las advertencias sobre las posibles consecuencias.
No obstante, el economista descarta una potencial marcha atrás en el euro, ya que los costes de la ruptura serían "inmensos", por lo que "Europa ahora está ligada a su creación" y debe moverse con rapidez hacia la integración fiscal y de los mercados laborales.
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