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2010/02/02

Emplee al mundo, sólo pague al mejor

Fuente: BBC Mundo.

Desde la llegada de internet, individuos y empresas han pulido y redefinido conceptos tradicionales del mercado laboral. Una de las incorporaciones más recientes es el crowdsourcing, una relación con ventajas varias para las partes, que sin embargo plantea riesgos, de acuerdo a los expertos.

El crowdsourcing es una modalidad de teletrabajo que permite a las empresas u organizaciones reducir costos, delegando sus tareas o proyectos a multitudes anónimas pidiendo ideas o contribuciones a través de portales web intermediarios.

Existen tantas versiones y matices del sistema como sitios web, pero al fin y al cabo lo que ofrecen es la posibilidad de que la muchedumbre (crowd) sea la fuente de soluciones (sourcing) para un problema determinado.

Es un método novedoso y con beneficios varios, dice a BBC Mundo Jonathan Zittrain, abogado de la Escuela de Derecho de Harvard.

Especialista en propiedad digital y privacidad, Zittrain señala que "la gente puede trabajar desde casa, decidir cuándo tomarse un recreo, no está bajo la mirada del jefe", pero a la vez el crowdsourcing "ciertamente trae consigo algunos temas preocupantes que valdría la pena abordar desde ahora".

Riesgos

Una de las preocupaciones es que las compañías pueden estarse lucrando y ofreciendo a cambio poca o ninguna retribución a quienes contribuyen con ideas o soluciones.

"Por el lado de los colaboradores, surgen las preocupaciones tradicionalmente asociadas a la explotación del trabajador", afirma Zittrain. Las pruebas de la experiencia laboral del colaborador quedan en manos del portal, y puede que encima éste nunca sepa cuál es el fin último de su trabajo, agrega.

"Nuestros hijos podrían estar colaborando con el gobierno iraní sin saberlo, para hacerse algún dinerillo, y nosotros pensaríamos 'qué laboriosos'".

"Desde el punto de vista de los riesgos para la sociedad, cualquier cosa que antes se tomaba como expresión libre de la opinión pública, hoy por hoy se puede comprar. Resulta que si necesitas un grupo de manifestantes frente a un establecimiento comercial o una dependencia del gobierno portando pancartas de descontento, puedes tenerlos una hora después de hacer clic, por equis cantidad de dinero".

Sin embargo, algunos sostienen que los beneficios superan ampliamente los peligros.

¿Cómo funciona?

Los portales intermediarios, tarifa mediante, escogen las mejores soluciones para cierto problema o proyecto que plantea una organización, y se encargan de efectuar el pago a la idea más talentosa.

Por ejemplo, Walkers, una marca británica de papas fritas, quería incorporar nuevos sabores y pidió ideas al público. Hubo más de un millón de propuestas, y el creador del sabor ganador se llevó un “premio” de miles de libras, además de acciones.

Si las tareas no requieren mayor especialización, muchas veces se pagan "sueldos" mínimos a los colaboradores. Dell, el fabricante de computadoras, apenas retribuye las ideas de sus clientes con un lapicero, comentó recientemente el periódico Financial Times.

Existen además muchas otras modalidades de crowdsourcing, y el término -acuñado en la revista de tecnología Wired hace apenas tres años- todavía se presta para la confusión.

Ventajas ¿sin límites?

El crowdsourcing ha dado vida a distintos sitios web que ofrecen trabajo a millones de personas, pero no necesariamente mucho dinero a cambio.

Algunos ejemplos son Idea Bounty, InnoCentive, Top Coder, Philoptima o el Amazon Mechanical Turk. En estos portales la gente aporta soluciones a dilemas científicos, filantrópicos, o tan simples como la traducción de un párrafo a otro idioma.

En America Latina, una plataforma novedosa que utiliza el crowdsourcing en el campo del diseño digital es Guerra Creativa.

Su director regional, Peter Van Grinsven, explicó a BBC Mundo que esta comunidad de creativos basada en Buenos Aires es "lo que se conoce como una revista 2.0, un espacio donde se puede dar la competencia, que a la vez permite mostrar en el mundo el talento local".

A través de Guerra Creativa, empresas medianas y pequeñas "pueden tener acceso al mejor diseño. Antes, los autos eran solo para los ricos; antes, el buen diseño era solo para las grandes empresas, y ya no". Ellos los ponen en contacto.

"La mayor queja que he escuchado (contra el crowdsourcing) es que 'la gente trabaja gratis'; pero para llegar a donde quieres, debes trabajar muchas horas gratis, hacer contactos", dice Van Grinsven.

"La mayoría de quienes participan en nuestros proyectos lo hace por la experiencia", asegura. "Algunos reciben el pago en forma de dinero, pero otros reciben el pago en forma de experiencia, contactos, práctica".

Zittrain, el abogado de Harvard, ciertamente le encuentra numerosas ventajas al crowdsourcing.

"Hay proyectos de crowdsourcing que solo implican jugar un juego, y haciéndolo, se puede estar colaborando para que algo bueno pase en la otra punta del mundo. No estoy en contra, pero sí pienso que hay riesgos y limites que considerar", dice.

Pero señala: "Este es un fenómeno muy nuevo, y no creo que esté en el radar de ningún gobierno u organismo internacional todavía".

Protegerse de "la ley de la web"

Tan novedoso es el crowdsourcing que el organismo internacional que se ocupa de proteger a los autores y sus ideas, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), todavía no ha recibido orden de los países miembros para abordarlo..

Según explicaron en la OMPI a BBC Mundo, que los autores o inventores estén protegidos cuando publican o comparten sus obras con otros a través de la web, depende de si existe algún tipo de protección de propiedad intelectual en el caso concreto.

Si se trata de trabajos o ideas cubiertas por copyright en el "mundo real", la protección es inmediata a partir de su creación y no se requieren trámites especiales, pero en el área de la propiedad industrial (patentes, diseños, trademarks, etc.) se deberá solicitar protección en todos los países donde podrían ser plagiados.

En todo caso, recomiendan asesorarse con algún abogado especializado en propiedad intelectual para saber cómo proceder.

Tanto para el especialista de Harvard, como para el director de Guerra Creativa, la respuesta pasa por la autorregulación de la industria.

"Más allá de eso, no existen soluciones realistas. Nosotros intentamos ser un buen portal, brindamos los recursos técnicos y las herramientas para que los usuarios se controlen y tengan una buena experiencia", dice Van Grinsven.

Si al usuario le asalta la duda a la hora de participar en un proyecto de crowdsourcing, agrega, "que se asegure que tiene sentido para él. Si no le ofrecen suficiente, que no se meta. Que se asegure que no se están abusando".

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