Robar la cuenta bancaria de un usuario de la banca electrónica no es un proceso totalmente sencillo. El dinero no puede desaparecer desde la cuenta de origen a la de los ciberdelincuentes en una transacción directa, porque eso pondría fácilmente nombre, cara y apellidos al criminal.
En medio de unos y otros tiene que haber un intermediario, alguien que reciba el dinero del robado y lo haga desaparecer vía envío de remesas hacia las manos de los malos. Esa persona, muy similar a los correos que traen consigo droga de un país a otro, se llama, como en ese caso, mulero.
Ser mulero es una profesión de riesgo, por sus implicaciones legales, aunque cada día es más popular. El número de españoles que decide participar en estas prácticas delictivas ha aumentado un 18% en 2009, en comparación con el año precedente, según datos de BitDefender y del Gabinete Profesional de Peritos Judiciales.
2009 es el año de la crisis y del aumento del paro, razones que pueden explicar que cada día más gente haya decidido aceptar las oscuras ofertas de trabajo con las que se captan a estos intermediarios.
"Los usuarios no deben prestarse a participar en estas tareas, ya que se trata de actividades destinadas a blanquear el dinero procedente de actividades ilegales", explican desde BitDefender a EP. El mulero es, a ojos de la justicia, tan culpable como el que retira el dinero de las cuentas de las víctimas.
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