Cuando llega el domingo por la tarde, sienten agobio y angustia, sudores fríos y una repentina sensación de estrés. Así se encuentran los docentes que padecen el síndrome del profesor quemado ante la perspectiva de volver al aula, aunque la mayoría desconoce que lo sufre.
Este problema afecta al 10% de los docentes valencianos (en torno a 5.000), según los datos de la profesora y abogada valenciana Beatriz Rabasa, que acaba de lanzar su segunda obra sobre este síndrome, que ella reivindica como enfermedad profesional. “Es el gran desconocido. Quienes lo padecen piden la baja por depresión, pero detrás hay unas causas concretas que también experimentan médicos y enfermeros por trabajar de cara al público”, explica a 20 minutos.
La principal es la incapacidad para controlar a los alumnos. La indisciplina desemboca en auténtica impotencia, sobre todo desde la generalización de lo que Rabasa define como los “objetores escolares”, alumnos “que no quieren aprender y boicotean las clases”.
Las estrategias que recomienda en su ensayo pasan por la redefinición de factores externos (mejorar la organización de los centros y del sistema educativo, reforzar la figura del profesor, potenciar la mediación escolar...), pero también con estrategias individuales, como rebajar el nivel de autoexigencia. “Los más entusiastas y poco realistas son quienes pueden desmotivarse más fácilmente y caer en el síndrome”, explica esta especialista en la materia.
4 preguntas a… Beatriz Rabasa - Profesora y abogada, autora del libro Cómo dar clase sin quemarse
1.- ¿Qué papel juegan los padres respecto a la figura del profesor? Tienen un papel muy importante en este síndrome porque a veces restan credibilidad a lo que dice el docente, y eso le resta autoestima. La incompatibilidad de horarios hace que muy pocos padres asistan a reuniones escolares y aparece la falta de implicación en la educación de los hijos.
2.- ¿Es cierto que son más permisivos? Han pasado del autoritarismo a ser totalmente permisivos, y el maestro se culpabiliza.
3.- Algunos docentes quizá también han confundido su rol en clase. No se puede ir de colega con los alumnos, ni por parte de los padres ni de los profesores. Hay que tener claro el rol en el aula porque, si no, los alumnos carecen de un referente. Además, la idea de no trabajar y de lo lúdico ha impregnado tanto que los alumnos creen que no hay que esforzarse para lograr las cosas.
4.- ¿Qué le parece la ley que prepara la Generalitat Valenciana para reforzar la autoridad del profesor? No es la panacea. Es un elemento útil, pero no deja de ser una herramienta más. El profesor debe fijar las normas porque es el responsable en el aula.
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