Nacer sin padre y en un laboratorio puede tener sus ventajas, según mantiene un estudio con ratones clónicos engendrados sin intervención de varón. Los animales, bautizados como libres de esperma, viven un 30% más y tienen un sistema inmune más activo que sus congéneres con padre y madre, según un trabajo liderado por el japonés Tomohiro Kono, de la Universidad Agrícola de Tokio. Es la primera vez que se observa algo así en mamíferos y sus autores creen que puede explicar por qué las hembras de muchas especies viven más que los machos.
En 2003, Kono creó en su laboratorio a Kaguya, el primer ratón clónico cuyo genoma lo habían aportado dos hembras diferentes. El ratón sin padre vivió hasta una edad muy avanzada y Kono pensó que tal vez se debía a diferencias genéticas entre machos y hembras.
En su nuevo estudio, publicado hoy en Human reproduction, el científico sugiere que los genes de los espermatozoides, que aportan la mitad del genoma de un nuevo individuo, podrían acelerar el envejecimiento. Se basa en una nueva camada de 13 ratones libres de esperma que ha comparado con otros 13 cuyo mapa genético es casi idéntico, pero que descienden de un macho y una hembra.
Los ratones clonados eran bastante más pequeños y vivieron una media de 186 días más. Kono aún no sabe por qué, pero cree que se debe a la acción de un gen del crecimiento que sólo se activa cuando lo transmite el padre. Este fenómeno es bien conocido y Kono quiere ahora buscar más genes paternos de este tipo. "Esperamos que estos estudios aporten una mejor comprensión de la longevidad", detalla.
El científico resalta que los resultados coinciden con otros supuestos remedios como el consumo reducido de calorías, que produce ratones más pequeños y longevos. También refuerza lo que se observa en la naturaleza, donde los machos suelen tener un tamaño mayor para aparearse a costa de vivir menos, mientras que las hembras son más pequeñas e invierten más energía en procrear y cuidar a sus crías.
Cómo crear un ratón huérfano de padre
Para este experimento, se ha combinado el genoma de los óvulos de una hembra adulta y de otra recién nacida, en el que se introducen modificaciones en dos genes para que estos actúen como los de un espermatozoide y se logre un embrión sano. El material genético de las dos ‘madres’ se introduce en un óvulo vacío.
Se cultiva en el laboratorio y, cuando se forma el embrión, se introduce en el útero de otra ratona. Esta alumbra una cría cuyo genoma es 100% femenino. El porcentaje de éxito es superior al 30%.
Se obtiene otra camada con un mapa genético muy similar, pero que desciende de reproducción convencional entre padres y madres.
La comparación entre ambas camadas permite averiguar qué efecto tiene la ausencia de genes paternos.
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