En sus 32 años de viaje desde que partieron de la Tierra, las naves Voyager 1 y Voyager 2, de la NASA, no sólo han sobrepasado fronteras y batido récords, uno tras otro, sino que, sobre todo, han hecho importantes descubrimientos, y siguen haciéndolos. Cumplieron con éxito rotundo su misión, que era viajar hasta los planetas exteriores, pasar cerca de ellos y fotografiarlos; ahora están a punto de abandonar el Sistema Solar y alcanzar el espacio interestelar, pero siguen enviando datos de alto interés para los científicos. El último hallazgo es la explicación de un misterio: el Sistema Solar está pasando a través de una nube de materia interestelar, hidrógeno y helio, que los astrónomos creen que debería haber desaparecido hace tiempo. Lo que han descubierto ahora las veteranas Voyager es que un fuerte campo magnético justo en la frontera exterior de nuestro conjunto planetarios evitan que esa nube se disperse.
La nube, o la pelusa local, como se la llama, mide unos 30 años luz de diámetro y debería haber sucumbido al efecto de las explosiones de estrellas ocurridas en las proximidades hace 10 millones de años, informa Space.com. Lo ha evitado ese fuerte campo magnético que proporciona la presión extra requerida para que la nube resista a la destrucción.
"Los campos magnéticos juegan un papel importante, a veces dominante, en la evolución de las nubes de gas en la galaxia, pero la fuerza y la orientación de dicho campo en el medio interestelar cerca de la heliosfera se conocían mal", explican Merav Opher (Universidad George Mason, EEUU) y sus colegas en la revista Nature. De hecho, los valores que se daban a ese campo magnético procedían de modelos o de estimaciones indirectas, añaden. Sin embargo, ellos han logrado determinar la fuerza y orientación del campo magnético del medio interestelar midiendo directamente su efecto en la heliosfera.
La pelusa local se mantiene a raya más allá de la frontera del sistema solar por el campo magnético del astro, cuyo viento solar forma una burbuja magnética de más de 10.000 millones de kilómetros de diámetro. Esta burbuja es la heliosfera, y supone una protección frente a rayos cósmicos galácticos y nubes interestelares. Las dos Voyager están ahora mismo en la capa más externa de la heliosfera. "Todavía no están dentro de la pelusa local pero se están acercando mucho y ya pueden sentir sus efectos a medida que se aproximan", comenta Opher a Space.com.
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