Fuente: Publico.
No es una fórmula mágica, pero, de momento, es un paso importante hacia una ciencia predictiva, una especie de bola de cristal capaz de anticiparse a cualquier tipo de cataclismo. Un equipo internacional de científicos ha identificado varios indicadores que servirán para pronosticar cambios climáticos, crash financieros, colapsos de los ecosistemas, ataques asmáticos y brotes epilépticos. Según los investigadores, en todas estas situaciones, muy dispares pero caracterizadas por cambios abruptos, se encienden las mismas luces rojas, perfectamente reconocibles antes de que se alcance un punto de no retorno. Para uno de los autores del estudio, Jordi Bascompte, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), la detección de estas señales de alarma facilitará "revertir el estado del sistema antes de que sea demasiado tarde".
Uno de los indicadores destacados en el trabajo, que se publica hoy en la revista Nature, es la intensificación de las fluctuaciones del sistema, detectable en el prólogo de un cambio abrupto. En el ejemplo del cambio climático, antes de llegar a umbral crítico aumentan las oscilaciones de temperatura de un año a otro. En el caso de la crisis económica, aumenta la volatilidad de los activos financieros. Son casos muy diferentes, pero se pueden reducir a un mismo concepto estadístico: la varianza.
"Es sorprendente que estos indicadores se comporten de la misma forma en un ataque de asma y en una crisis financiera", admite Bascompte. En su opinión, aumentar la capacidad de la ciencia para vaticinar eventos catastróficos no es una panacea: "No vamos a predecir todos los colapsos financieros, ni a dar una cifra mágica a partir de la cual habrá un cambio abrupto, pero a partir de ahora sí podremos avisar si se encienden las luces rojas".
El estudio, en el que también han participado investigadores del Instituto Max Planck y de la Universidad de California, asegura que estos sistemas dinámicos complejos se comportan de manera similar cuando se aproximan a un umbral crítico. Así, explican los autores, el estrechamiento de los bronquios que precede a un ataque asmático es semejante al colapso de la vegetación en un territorio inmerso en un proceso de desertificación.
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