Si usted ha seguido las noticias tecnológicas esta semana, es posible  que haya tenido la misma sensación que yo, que no hago más que  preguntarme cómo he podido vivir hasta la fecha sin una tableta. Es tal  el bombardeo de anuncios de slates y convertibles que, junto a lo que he  dado en llamar «efecto iPad», da la sensación de que no existe ningún  gadget más.
 
 Los portátiles han perdido todo su glamour y los ordenadores de mesa se  me antojan tremendos mamotretos. Hasta mi móvil, que tantas alegrías me  ha dado, me resulta feo y obsoleto. Sólo me consuela mi iPod Touch que,  al ser como un iPad en miniatura, me recuerda un poco más al objeto  deseado.
 
 He llegado incluso a plantearme comprar una tableta de las de bajo  precio, para ir entrenando. No será como el iPad, pero tendrá pantalla  táctil y podré llevarla en el brazo. Pero he desistido al pensar en las  posibles y múltiples discusiones que me esperarían acerca de qué modelo  es mejor, como ocurrió con el iPhone.
 
 Así que he decidio ser austera, como corresponde a toda época de crisis  y esperar. Puede que aumente mis visitas a los museos con pantallas  táctiles y que mire el iPod Touch más de la cuenta, pero estoy dispuesta  a demostrar que la vida sin el iPad es posible, por lo menos hasta que  salga al mercado.
Fuente: Canarias7.
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