Fuente: El Universal.
¿Cómo dilapidar una fortuna de 110 millones de dólares? Quizás Antoine Walker tenga la respuesta a esa interrogante.
El alero constituye uno de los últimos casos de ex jugadores de la NBA que están en la ruina o con severos aprietos económicos, una lista que incluye a nombres tan ilustres como los de Scottie Pippen, el fiel compañero de Michael Jordan en los Bulls de Chicago y al controvertido Latrell Sprewell, ex astro de los Knicks de Nueva York.
En otras palabras, pasan de millonarios a mendigos producto de una vida dispendiosa en la que el despilfarro, interminables noches de casinos y juerga, compra de joyas, mansiones y autos costosos, pasan factura.
Un informe de la Asociación de Jugadores de la NBA, publicado en 2008, ya daba cuenta de esta situación, al argumentar que el 60% de los basqueteros de la liga estadounidense terminaban en bancarrota, cinco años después de colgar la camiseta.
Pero no sólo el ritmo de vida desenfrenado contribuye al descalabro. Desacertadas inversiones en el sector inmobiliario, falta de asesoramiento financiero profesional y un sinnúmero caso de divorcios, hacen que el patrimonio se diluya cual deslave.
Casos de casos Walker, ex astro de los Celtics desde 1999 y hasta 2003, y campeón con el Heat de Miami en 2006, fue arrestado hace poco por emitir cheques sin fondos en casinos de Las Vegas. La deuda es de casi un millón de dólares, pero pagó su fianza y quedó libre.
Un reporte publicado el mes pasado por el Boston Globe relata el estilo de vida del jugador de 33 años, hoy desempleado. Según el rotativo, adeuda a su acreedores $4 millones, tras mantener gastos exorbitantes, al punto de ser soporte económico de unas 70 personas, entre familiares y amigos. Además, construyó una mansión en los suburbios de Chicago con piscina, 10 baños y una cancha de baloncesto y pagó cenas por 1.800 dólares. Eso, sin contar su colección de autos: un Porsche, dos Mercedes, dos Bentleys y un Hummer, entre otros.
De sus 110 millones de ganancias, la mitad o poco más fue a parar a manos del fisco, por impuestos, pero el resto lo gastó.
Pippen, por su parte, seis veces campeón de la NBA, se tragó los casi 120 millones que ganó en 17 años. Sólo en inversiones ruinosas perdió $27 millones, le embargaron un jet y perdió dinero con su asesor personal financiando negocios que fueron un saco sin fondo.
Sprewell tuvo que vender su yate y su casa para pagar una deuda de un millón 300 mil dólares, tras retirarse en 2005.
Años atrás, el sudanés Manute Bol, se arruinó de manera distinta. El jugador de 2,31 metros invirtió parte de su fortuna para apoyar a una de las facciones en la guerra civil de su nación.
En la actualidad, LeBron James, el astro de los Cavaliers, gastó parte de su fortuna en su millonaria mansión de Ohio, que tiene cancha de bowling, barbería y casino. Su ahora compañero Shaquille O'Neal, quien acaba de firmar su divorcio, tiene gastos mensuales por 875 mil dólares e ingresos de 1,8 millones. Pero tanto LeBron como Shaq al menos están lejos de llegar a la bancarrota.
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