Un ordenador ofrece hoy tantas posibilidades de distracción, que resulta difícil resistir las tentaciones y concentrarse en el trabajo. ¿Cómo lograrlo? Con un programa informático. Farhad Manjoo ha probado varios y cuenta su experiencia en The New York Times.
Naturalmente, uno querría trabajar intensamente, sin interrupciones inútiles, aprovechando bien el tiempo. Pero su herramienta de trabajo, el ordenador, es a la vez una fuente inagotable de distracciones: mensajes y tweets de amigos –o de alguien que te ofrece su amistad en una red social–, juegos, blogs, canciones, programas de radio o de televisión, el pronóstico del tiempo para el próximo fin de semana, resultados de fútbol o del deporte preferido, vídeos curiosos en YouTube, infinitos periódicos...
Como aplicando el antiguo principio de que la cura es similar al veneno, Manjoo ha probado varios recursos informáticos para poner coto a las solicitudes de la misma naturaleza. Los ha encontrado de tres clases.
Unos registran la actividad de la computadora y muestran informes y gráficos de lo que haces con ella. Ejemplo: el programa RescueTime. Sus análisis resultaron para Manjoo “tremendamente ilustrativos”. “Descubrí, por ejemplo, que en un mes típico paso más de 70 horas navegando por la Web, en gran parte viendo noticias o en redes sociales. En cambio, paso solo la mitad de ese tiempo usando Microsoft Word, que es el programa con que hago mi trabajo. Ver esas estadísticas me impresionó”. (Falta que la impresión lleve a cambiar de hábitos, cosa que RescueTime no garantiza.)
Otros sistemas ocultan los atractivos visuales o acústicos que apartan la atención del trabajo. Son programas como WriteRoom (Mac) o Dark Room (Windows), que te retrotraen a los tiempos del MS-DOS. Permiten escribir como antes, sin los aditamentos de los procesadores de textos modernos, y sin que se vean ni afloren los demás programas. Tanto uno como otro muestran una ventana monocromática que ocupa todo el monitor, para que escribas sin distracciones. “Pero no es tan sencillo engañar al perezoso. Descubrí que podía pasar fácilmente de trabajar con Dark Room a perder tiempo con el navegador de Internet”.
Tercer método: bloqueo. LeechBlock es un complemento gratuito de Firefox que impide el acceso a los sitios de Internet que se le indique, por completo o durante parte del día, o a partir de un límite (por ejemplo, no más de 10 minutos en Facebook a la hora). Si intentas saltarte las normas, LeechBlock no te deja, y te dice que vuelvas al trabajo. El problema es que si la tentación es fuerte o el tentado es débil, basta cerrar Firefox y abrir otro navegador.
Hay bloqueos más contundentes. Una aplicación para Mac, con el nombre solo en apariencia paradójico de Freedom, corta durante el tiempo que uno fije todas las funciones de red de la computadora: web, correo electrónico, chateo... La única manera de anular el bloqueo antes de la hora prevista es reiniciar el ordenador. (Claro que si la molestia no te detiene, al tiempo que malgastarás en actividades prohibidas se añadirá la espera hasta que la máquina vuelva a arrancar.)
Manjoo confiesa que esas “niñeras digitales” no cambiaron mucho su forma de trabajar. “Aunque bloquear el acceso a webs superfluas me impidieron holgazanear con mi computadora, descubrí que mi mente no tardó en resarcirse divagando de otras maneras. Pero sí comprobé que los programas de bloqueo al menos me ayudaron a reparar en cómo estaba perdiendo el tiempo. Cuando LeechBlock me cortaba el paso, me hacía pensar; cuando esquivaba el bloqueo, por lo menos me daba cuenta de que aquello no era lo que debía hacer. A veces solo necesitas que te avergüencen un poco”.
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